lunes, 30 de septiembre de 2019

Lusitania, el valor de un símbolo

Pocos símbolos pueden llamar tanto la atención como es una calavera con dos tibias cruzadas. Los símbolos, imágenes con capacidad de generar un poderoso mensaje, han sido utilizados desde tiempo inmemorial. Su sola presencia, ya sea en un estandarte, bandera, guion o grabado en la piedra y, sobre todo, si se mostraba en un campo de batalla, infundía al enemigo amenaza, temor y respeto. En lenguaje moderno se traduciría lo dicho como influencia y disuasión. En este siglo XXI de globalización, nuevas tecnologías de la comunicación, publicidad y logos es enorme el valor de los símbolos como poderosos comunicadores con capacidad de influir en todos los niveles de la sociedad. En el mundo militar, los símbolos estaban diseñados primariamente como imágenes y llevaban siempre un mensaje asociado que se difundía al estar siempre en lugar alto, preferente y a la vista de todos, influyendo en la mente del adversario y, por tanto, en su comportamiento en el campo de batalla. Ha ocurrido frecuentemente a lo largo de la historia militar que una unidad militar vence por la simple ostentación de la fuerza, con su presencia, sin disparar un solo tiro. Este año el Regimiento Lusitania conmemora el 275º Aniversario de su gloriosa participación en la batalla de Madonna del Olmo en Italia, un hecho de armas por el cual el rey Felipe V le otorgó mediante Real Cédula el honor exclusivo y sin precedentes hasta ese momento de portar en la bocamanga de los uniformes y en sus monturas una calavera con dos tibias cruzadas. Ocurrió en los campos del Piamonte, en 1744, durante la guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748), el 30 de septiembre, y en la localidad de Cuneo. Las tropas sardas comandadas en persona por el rey de Cerdeña Carlos Manuel III consiguen abrir una brecha en las primeras líneas hispano-francesas, con lo que los regimientos de dragones españoles, Numancia y Lusitania avanzan pie a tierra hacia la brecha, logrando detener el avance sardo. El Lusitania, no satisfecho con la retirada del enemigo, pasó al contraataque. A pesar de la inferioridad numérica cargaron contra uno de los flancos de la columna enemiga, siendo acribillados desde la izquierda por toda la fusilería sarda que disparaba a discreción. El Regimiento Lusitania quedó mermado, falleciendo dos de cada tres hombres, pero desbarató los planes del rey de Cerdeña, que hubo de retirarse esa misma noche debido a las cuantiosas bajas en su ejército. Esta fue una gran gesta, reflejada en los historiales de los regimientos hermanos que compartieron la jornada y relatada posteriormente por diversos escritores de la época. Fue así como al Lusitania, cuyo sobrenombre pasa a ser desde ese momento el de “Dragones de la Muerte”, el rey Felipe V le concede el privilegio de llevar tres calaveras con las tibias cruzadas en las bocamangas, bien a la vista de todos. Este privilegio real tenía un antecedente datado en 1718, por su actuación en la batalla de Melazzo, Felipe V ya había concedido al regimiento el uso de un escudo representando al Arcángel San Miguel y mostrando la leyenda "Lusitania puede más con su Estandarte que con todas las armaduras" (Lusitania Tessera Omni Armatura Fortior). La calavera es un símbolo muy antiguo y, si bien en nuestros días tal icono sería inmediatamente identificado con la bandera pirata o con una conocida marca de ropa, constituye uno de los símbolos más poderosos y comúnmente usados desde la antigüedad, principalmente en la Edad Media, utilizado con carácter principalmente funerario, y durante los siglos XVII y XVIII, en capillas, cuadros, tumbas y obras de arte de carácter religioso. Desde el punto de vista del enemigo, podemos imaginar un campo de batalla donde el contrario luce en sus uniformes el símbolo de la muerte, y lo hace de manera ostentosa, temeraria, hasta con gallardía, transmitiendo el mensaje de que no se tiene miedo a morir, y puesto que la muerte es su compañera, no teme ni rehúsa el combate fiero y encarnizado. Se trata de un ejercicio de desprecio a la vida que el contrario sabrá percibir, y por tanto recibirá el mensaje de que “voy a luchar hasta la muerte, no me importa morir, puesto que la muerte la llevo conmigo permanentemente”. No es ésta una interpretación banal y desde entonces, los dragones lusitanos hacen ostentación visual de su símbolo principal, su calavera, su “Madonna”, como cariñosamente se le llama en el Regimiento. Encuadrados recientemente en Regimiento de Caballería Paracaidista, el Lusitania ha asumido el credo de nuestra Brigada “Almogávares” VI de Paracaidistas, donde hombres y mujeres convivimos con normalidad con el riesgo del salto paracaidista y la incertidumbre que supone el portón abierto de una aeronave frente a la inminencia del salto al vacío. Doscientos setenta y cinco años después de la batalla de Madonna del Olmo, los herederos de aquellos Lusitanos de mediados del siglo XVIII seguimos cabalgando desde tierras valencianas en Bosnia, Kosovo, Líbano, Irak y en cuantas misiones se nos encomienden en el futuro. El Lusitania es la unidad militar que más tiempo lleva ubicada en Valencia, puesto que el Regimiento llegó a esta ciudad en 1931, y durante todo este tiempo los Dragones del Lusitania han compartido con los valencianos celebraciones, alegrías y esperanzas, pero también tristezas, como en 1957 a causa de las inundaciones de la ciudad de Valencia, cuando el Regimiento tuvo una relevante actuación en apoyo a la población afectada. Las muestras de cariño que recibimos cuando aparecen nuestras boinas negras lusitanas y paracaidistas con ocasión de alguna festividad, son numerosas y sinceras. No se trata de un mero reconocimiento externo, sino que es manifestación del sentimiento de afecto y respeto de los cientos de valencianos que a lo largo del tiempo han pasado por nuestras filas, la mayor parte civiles ya desde hace tiempo, pero todos con el orgullo de haber pertenecido a la gran familia Lusitana y latiendo en sus venas la iniciativa, el valor, el sacrificio y la generosidad, valores que no solo sirven para vencer en el campo de batalla sino para llegar a ser buenos ciudadanos. *José Mª Inigo Simal. Coronel Jefe del Regimiento Lusitania núm. 8

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