domingo, 29 de septiembre de 2019

El perfil del político

En España vivimos tiempos interesantes y lleno de posibilidades. Encadenamos varias elecciones generales que no han resuelto la carencia de un gobierno estable. El presidente en funciones ha perdido cuatro votaciones de investidura. Los problemas siguen estando ahí y no se resuelven. Parece que nuestros representantes públicos carecen de ideas para proponer soluciones. En los ciudadanos se ha generado desafección, desilusión y desconfianza hacia los políticos y la política. El resultado es que crece la abstención y la tendencia a inhibirse ante una nueva cita electoral. Max Weber fue un pensador que tuvo, ha tenido y tendrá una influencia muy notable en la teoría política. Supongo que las generaciones venideras seguirán leyendo sus textos para encontrar soluciones a los problemas políticos y sociales que les preocupan y causan angustia. Problemas que tienen su origen en muchas ocasiones en las decisiones y la forma de gobernar de nuestros políticos. Hace un siglo en las conferencias de Múnich Weber expuso su visión del político práctico. Para él su carácter debe concretarse en tener pasión por una causa, sentido de la responsabilidad y visión de la realidad. Esta definición de político sigue siendo válida. Se puede afirmar que quien se aparte de estas características será y actuará como un diletante, un advenedizo, un cínico o, incluso, un hombre fuerte en el carnaval de la política como espectáculo, que es lo que ahora estamos contemplando y viviendo, pero no podrá considerarse un buen político. Es decir, un líder sólido que genere confianza en su persona e ideas y que sus acciones susciten el reconocimiento social para asumir la responsabilidad de gobernar. Aquel que pretenda ejercer el liderazgo social tiene que creer en el sistema democrático y no saltarse sus reglas cuando le conviene a él, a su partido o a sus aliados. Debe demostrar competencia para afrontar las tareas encomendadas con decisión y buscando siempre lo preferible para la comunidad social y, finalmente, desarrollar un proyecto que tenga como fin mejorar la vida de los ciudadanos y garantizar un futuro excelente para las siguientes generaciones. El político debe poseer y mostrar una serie de cualidades personales, virtudes la denominaron los clásicos, para que su actuación pública sea la que se espera de él en cada momento y en cualquier circunstancia. Sus actos deben estar guiados por la prudencia para asumir con un sentido ético la responsabilidad del cargo y las cargas que impone su posición. Pero además su forma de actuar debe adecuarse a la convicción de que lo que está decidiendo y ejecutando es lo mejor, lo más conveniente y lo más necesario para los ciudadanos y para el Estado. Dicho con otras palabras, el carácter moral de un político le debe llevar a actuar buscando el bien de todos, por encima de las preferencias personales o de partido. Los ciudadanos ahora tenemos una amplia experiencia política. Conocemos a los líderes, sabemos qué pueden proponer y qué promesas nos van a hacer. Discernimos bien sobre la capacidad de cada uno para generar consensos. Ahora, cuando nos acerquemos a la urna no podremos decir que carecemos de información. Por eso, nuestro voto en estas elecciones tiene que fundamentarse en la convicción de que quien recibe nuestro apoyo y confianza es el mejor y más adecuado para garantizar la estabilidad de un gobierno, que tendrá que afrontar problemas grandes y conseguir realizar las reformas estructurales que necesitamos para garantizar la prosperidad, el estado de bienestar y la supervivencia del régimen constitucional.

De España https://ift.tt/2mNMeWV

0 comentarios:

Publicar un comentario