
El Atlético entona el rumbo y avanza con solvencia en la Champions. En un encuentro de aspecto Qarabag, peligro sordo por todos los poros de la noche, se agenció la segunda victoria en dos partidos en la fase de grupos. Se midió al campeón de Bélgica, el Brujas, un equipo que no parece relleno en el mejor torneo y que amenazó a los colchoneros. Fue un ejercicio de solidez del grupo de Simeone, liderado por la creatividad de Griezmann, autor de dos goles. De nuevo la tonadilla celestial de la Champions mece al Atlético, su imponente estadio, las esperanzas de la gente que entusiasta se aproxima al Wanda. Hay algo magnético y seductor en ese himno de Handel arreglado por Tony Britten. Un hilo invisible que conecta al personal con las mejores reservas de su imaginación. Y ahí está el Atlético, persistente e incansable perseguidor de la pieza que le falta. Presenta Simeone a Santiago Arias, el colombiano inédito que cubre la baja del croata Vrsaljko. Los servicios del abnegado Juanfran nadie los pone en cuestión en la grada, pero se agradecen los pulmones del suramericano, que quiere agradar, busca la banda y amenaza con diagonales. Eso en ataque, porque en defensa tirita más de una vez, despeja mal y no tapa lo suficiente. El Atlético no ha engranado todos los mecanismos, se encuentra en fase de rodaje. Una transición de aspecto mayúsculo. Ya no hay jugadores solo para correr, morder, taponar y agobiar al enemigo. El tránsito hacia otro fútbol más elaborado proviene de los giros de Lemar, la zurda deliciosa de Griezmann, los cambios de orientación de Thomas, y cuando está, del armonioso criterio de Rodrigo. El Brujas, buen equipo El Brujas no vino a Madrid a pasar calor. Juega al fútbol, defiende muy lejos de su portero, achica los espacios como decía el genio Menotti, y complica al Atlético. En el primer acto apenas hay recuento de ocasiones ni opciones para los rojiblancos. Había fuera de juego de Griezmann en la ruptura de Lemar y no hubo más disparos con tino que el tanto del francés en el minuto 28. Unos cuantos rebotes, el balón a la estrella rojiblanca y el sutil remate de éste encuentra la colaboración del portero Letica, mal colocado, sin cubrir la diagonal, permisivo con el ángulo abierto. El gol es un buen botín para el Atlético, que ha descubierto mil obstáculos para generar un fútbol potable de ataque y pretende conservar esa renta. El Brujas no se ha desesperado, más bien al contrario. Mantiene la firmeza, la defensa adelantada, gana muchos duelos y piensa con el balón en los pies. La noche le viene de cara. Groeneveld saca un latigazo descomunal por la banda de Arias, imposible incluso para la envergadura de Oblak. El Atlético prospera después del descanso. Se fue lesionado Giménez y Lucas se manejó en su verdadera ubicación, central izquierdo, donde reparte un curso de exuberancia física, velocidad y recursos. No por esa modificación táctica crece el conjunto de Simeone. Lo hace por una cuestión de fe, de convencimiento en una idea, de perseverancia e insistencia. El Brujas entiende que la noche se complica porque, en el segundo acto, cruza pocas veces el centro del campo, tal fue la energía colchonera en la presión, sobre todo hasta que no encontró el premio. Combinó el hiperactivo Lemar, Griezmann se la cedió a Costa, quien no está para muchas confianzas respecto al gol y en la devolución, atinó el francés. El Atlético se había estirado ambicioso, expone y asume el riesgo de un contragolpe. Lo agradece su parroquia con una empatía contagiosa, satisfecho el personal por el veloz ritmo del balón y la atmósfera caliente que flotó en el estadio. Con el gol de Koke, en otra proyección de Griezmann, ya no le dio tiempo al Brujas a reconstruir el camino.
De Deportes https://ift.tt/2xVL5ij
0 comentarios:
Publicar un comentario