Rafa Nadal tiende a analizar los encuentros hasta el detalle, y también lo hizo después de ganar a Diego Schwartzman en dos capítulos. Uno con un inquietante principio pero un final feliz. «No voy a mentir, el parón por la lluvia me ayudó», confesó el balear. «Fue en un momento muy duro. Él estaba jugando muy bien y yo muy defensivo. Me sentí con algo más de nerviosismo que de costumbre, y él tomaba el control del punto demasiadas veces. Con el parón pude reflexionar, calmarme, pensar y ver las cosas con más claridad. Ya con esa media hora que jugamos antes de que se cancelara las sensaciones físicas y psicológicas habían cambiado». A la hora de responder sobre la causa de ese nerviosismo también fue claro: «Soy humano. A veces juegas mejor, a veces con más estrés. Era un partido clave en el torneo y contra un rival que me había puesto las cosas difíciles en Australia y en Madrid». Una presión que desapareció al día siguiente, con un partido serio y concentrado que anuló las esperanzas de Schwartzman con latigazos. «Siempre hay presión. Primero, no tengo ninguna obligación de ganar. Segundo, si no sientes presión es que no amas el deporte y en ese caso es mejor que te vayas a casa». Lo que cambió sobre todo fue la intensidad y la determinación con la que jugó la segunda parte del encuentro. Fue capaz de abrir más la pista con su revés e incomodar a Schwartzman con tiros más profundos que botaban más alto, una dificultad añadida porque el argentino tenía que golpear la pelota demasiado arriba. Y quiere mantener esa tónica para el partido contra Juan Martín del Potro: «Tengo que jugar agresivo. Si juego a la defensiva y no le doy intensidad al juego perderé».De Deportes https://ift.tt/2sMLZtW
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