Por vez primera en sus 108 años de historia, la emblemática marca que Coco Chanel fundó en 1910 ha hecho públicos sus resultados financieros anuales -los correspondientes a 2017-, confirmando su salud de hierro y dejando al descubierto el más oscuro de los misterios de uno de los grandes imperios multinacionales del lujo. La maison realizó el año pasado una cifra de negocio de 8.600 millones de euros, con una progresión del 11 por 100 y unos beneficios de 1.500 millones de euros -un incremento de 18,5 por 100-, con un margen operacional del 28 por 100. Se trata de un hito a la altura de los más grandes triunfos del lujo mundial. Los hermanos Alain y Gérard Wertheimer, propietarios al 100 por 100 del capital de Chanel, ya se reservaron lo más sustancial de tales beneficios: la enigmática pareja se embolsó 3.400 millones de euros en dividendos. En los últimos tiempos, la prensa financiera había estado poniendo el dedo en la misma y misteriosa llaga, asegurando que los accionistas de referencia de Chanel se concedían a sí mismos unos dividendos muy superiores a los beneficios oficiales de su propia empresa. Ahora, por fin se sabe lo que factura la marca y lo que se llevan sus propietarios, quienes, por cierto, han amasado una fortuna muy superior de lo que se creía: cada uno de los hermanos tiene cerca de 20.000 millones de euros, 7.500 millones más de lo que previamente calculó la lista de multimillonarios de Bloomberg. Y para cerrar el círculo de las cifras, se sabe que el pasado año Chanel invirtió 1.250 millones de euros en publicidad glamour. Ante tales datos, bien conocidos, la inesperada publicación total o parcial de las cuentas de la maison ha desatado todo tipo de comentarios y especulaciones, con un fundamento a todas luces aleatorio. Alain y Gérard Wertheimer son nietos y herederos de Pierre Wertheimer, el que fuera socio de Coco Chanel, y viven a caballo de Ginebra y Nueva York, desde donde dirigen la empresa animada artísticamente por Karl Lagerfeld, otro genio cuya naturaleza artística no le impide estar en el corazón de muchas maniobras comerciales. Cambios a la vista Chanel compró hace meses una mediana empresa especializada en la venta de lujo online, uno de los grandes desafíos pendientes del grupo multinacional francés. Que una empresa tan abrumadoramente rentable como Chanel esté «a la venta» parece un rumor pasable mente peregrino, mientras no se demuestre lo contrario. Y quue el director artístico de Chanel -herr Lagerfeld- tenga 84 años quizá no sea un motivo empresarial que justifique la inesperado publicación de la situación contable del grupo. Sin duda, los hermanos Werthmeier, dos de las más grandes fortunas europeas, tienen una idea aproximada del gran creador que pudiera asumir la dirección artística de la empresa, tras la «jubilación» de Lagerfeld. No se entrega a cualquiera el «timón» de un grupo que tiene 8.600 millones de euros de cifra de negocios. Karl Lagerfeld y Lily Rose Depp en un desfile de la firma - AFP ¿Piensan los Wertheimer abrir el capital de Chanel a otros inversores? ¿Cómo realizará Chanel el «viraje» del nuevo modelo de negocios ligados a la venta online del gran lujo cosmopolita? ¿Participa Lagerfeld en la «búsqueda» de su posible sucesor? ¿Cómo afectarán tales desafíos a la gestión puramente contable de este grupo francés de carácter multinacional? En su día, Coco Chanel decidió vender su empresa a Pierre Werthmeier. Fue el primero de los grandes aldabonazos. Un modelo de negocios casi familiar, iniciaba su andadura multinacional, que comenzó a dirigir Alain Wertheimer en 1976. En 1983, Chanel se encontraba en una situación crítica. Los hermanos Wertheimer contrataron a Karl Lagerfeld como director artístico y genio tutelar de la empresa, que cambiaba de rumbo. La meteorología contable, empresarial y periodística parece sugerir que Chanel camina hacia un destino brillante pero todavía desconocido.
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