martes, 19 de marzo de 2024

Joselu: «Entiendo el antimadridismo. Es frustrante para los demás»

Asoma Joselu (Stuttgart, 33 años) por la puerta del vestuario de la selección en la Ciudad Deportiva de Las Rozas y no hay más que facilidades de su parte para concretar los protocolos de una entrevista. Extiende su 1,92 sobre la hierba para una foto de pretensión original, se presenta solícito para la pieza de vídeo, atiende a cada pregunta sin recelo y con buen humor. En la selección los futbolistas parecen más normales cuando atienden a la prensa. Antes de los partidos con Colombia y Brasil , el delantero del Real Madrid habla con ABC. —Joselu, 33 años, jugador del Madrid y la selección. Has creado un personaje sencillo, goleador y feliz. ¿Cómo lo has hecho? —Bueno, creo que a base de mucho trabajo, sacrificio. He tenido una carrera en la que no me arrepiento de nada. He aprendido muchísimo en todos los sitios donde he estado y en cada uno de ellos me han dado lo que necesitaba para poder estar aquí ahora mismo. Noticias Relacionadas estandar No Calcio Luto en el fútbol italiano por la muerte de Joe Barone, director general de la Fiorentina Diego Pablo Moreno estandar No PSG Vuelve Luis Enrique, «el 'streamer' del año» J. C. —Llegas con 32 años al Real Madrid, cuando tal vez ni tú lo esperabas. ¿Te pones como ejemplo de algo? —Es verdad. Hay mucha gente que me lo reconoce, no puedes desistir cuando algo va mal, sobre todo cuando tienes 25 o 26 años. Al final, con trabajo y sacrificio la oportunidad siempre va a llegar. A mí me ha llegado con 32 años y la he cogido. Estoy disfrutando muchísimo del fútbol. Y hay mucha gente que sí me transmite eso, no rendirse, porque todo puede pasar en la vida. —Naciste en Stuttgart. Gallego emigrante, un clásico. —Mis padres emigraron a Alemania y estuvieron 22 años trabajando allí y coincidió que mi hermana y yo nacimos allí. —¿En qué trabajaban tus padres? —Mi madre trabajaba en correos y luego limpiando algún estadio y todo eso. Mi padre trabajaba en lo mismo que mi madre. Mi hermana es doce años mayor que yo, y cuando yo tenía tres añitos nos volvimos para Galicia. A mi pueblo, a Silleda. —¿Aprendiste alemán? —En esa etapa no. Lo aprendí después, cuando fui a jugar. Mi hermana sí lo habla bien, estuvo quince años en Alemania. Hizo toda la educación obligatoria y yo no llegué a ir al colegio. En casa me hablaban en gallego. Yo casi no me di cuenta de haber vivido en Alemania, mi hermana sí lo pasó realmente mal porque tenía todas sus amistades allí. —Es muy distinta la vida del emigrante. ¿Lo sientes así? —Durante mi infancia en Galicia, mi madre sí que me transmitió lo que significaba estar en otro país y los valores de un lugar como Alemania, sobre todo por la disciplina y por la responsabilidad que tienen. Es un país que funciona muy bien, se trabaja muy a gusto. Y la seriedad y la responsabilidad que hay allí, pues es un poco envidiable. Mis recuerdos de niño siempre son con una pelota bajo el brazo, jugando al fútbol, pensando en fútbol. —¿Cómo empiezas en el fútbol? —Me fui de casa con 11 años a vivir a casa de mi tía. Justo coincidió que fui a hacer las pruebas al Celta porque en mi pueblo no había gente como ahora, que van a ver hasta partidos a todos lados. Consiguieron que mediante un tío de mi madre me hiciesen las pruebas. El Celta no tenía residencia y coincidió que una hermana de mi madre, mi tía Merchi, vivía en Vigo. Y me adoptó, por así decirlo. Estuve cuatro años en su casa. Fue una de las grandes oportunidades que tuve, porque si no, seguramente hoy no estaría aquí. —Mejor en casa de tu tía que en una residencia de futbolistas, ¿no? —Sí, sí, estuve ahí de miedo. Más tarde, cuando ya tenía dieciséis años, abrieron una residencia en un colegio. Y me metí allí. Luego subí al Celta B y ya fue todo progresivamente. —Progresivamente es una forma de hablar: 12 equipos en 16 años hasta llegar al Real Madrid. —No los he contado, pero sí puede ser. Son vivencias, oportunidades que he tenido de disfrutar de otras ligas. He aprendido muchísimo en cada una de ellas. Cada año que iba pasando me convertía en mejor futbolista y al final mira, me ha llevado a estar en el mejor equipo del mundo. —¿Eres inquieto? ¿Por qué tanto cambio? —Hubo años que el cambio no fue por mí. No es oro todo lo que parece. He tenido momentos que sí quería seguir en un club y no se dio la oportunidad. El mundo del fútbol varía mucho. Esos cambios se tienen que hacer y ya está. —Una familia con la casa a cuestas. —Sí, mi mujer ya está acostumbrada. Me ha dicho que a ver si acertaba alguna vez, ja, ja, ja. Y eso. Estoy disfrutando del momento y todo eso ya queda atrás. —¿Quién querías ser de pequeño? —Yo siempre he querido jugar al fútbol y siempre he sido del Madrid. Eso le podéis preguntar a mi madre. Yo siempre me recuerdo de pequeño con un balón. Si no era de tenis, era de fútbol o de baloncesto. Siempre quería estar con un balón en los pies. Mis hijos también están jugando al fútbol ahora, pero el futuro nunca lo podemos saber. —¿Sientes un verdadero amor por el deporte que practicas? —Sí, hay gente que se estresa, se cansa porque es normal. Y hay momentos que uno tiene que superar por mucho que la gente piense que solo somos once jugando con una pelota y tal. Hay momentos que frustran, que lo pasas mal, hay lesiones graves, hay momentos delicados y eso conlleva que en tu trabajo no puedas estar al cien por cien. Yo doy gracias a Dios, soy afortunado por dedicarme a esto y por estar donde estoy y muchas veces, respecto a eso que dices, se piensa que como eres futbolista da igual, lo tienes que superar. Ante todo somos personas y tenemos sentimientos. Tenemos momentos malos. No es fácil asimilar que tienes que parar cinco meses por una lesión y no poder dedicarte a lo que te dedicas o tener problemas familiares. Tenemos familias, hijos, problemas internos, externos. —¿Cuál ha sido tu peor momento de todo esto que hablas? —Situaciones que de verdad te afectan y que no te dejan rendir. Yo perdí a mi padre. Va a hacer ocho años ahora y son momentos muy duros que debes afrontar. Por ejemplo, nace tu hijo y al día siguiente tienes que ir a entrenar, ¿no? No somos como la gente que tiene cuatro meses de baja de paternidad. Y es verdad que al día siguiente tú entrenas cuatro horas. Pero esos momentos ya los pierdes. No los vuelves a vivir más con tu familia. Yo perdí a mi padre jugando en el extranjero y pude llegar de milagro al entierro. Como personas también lo pasamos mal. —¿Cobráis entonces demasiado dinero? ¿Ese es el matiz que lo cambia todo? —Tal vez. Pero eso ya va en relación a lo que genere cada uno. Hay diferentes niveles. No gana lo mismo un jugador que genera menos que Mbappé o Haaland. —Hay otra anomalía en tu caso. Es un jugador cedido al Madrid... ¿Qué jugador está a préstamo en este club? —Pues yo. Fue una oportunidad y esperemos que eso deje de ser un préstamo. —¿Cómo se dio esta situación? —Bueno, a ver. Tampoco te puedo decir mucho más. Yo tenía una cláusula si el Espanyol descendía, podía salir cedido. Y bueno, el Madrid tuvo la oportunidad, creyó conveniente poder ejecutarla. Y aquí estoy. —¿Te sientes en un casting? —A ver, hay un contrato, una opción de compra, el Madrid me puede comprar en verano. Hay muchas situaciones, si el Espanyol no sube, si sube. Muchas cosas que pueden pasar. —Si el Espanyol sube, ¿tienes que volver? —Pues no lo sé. Si el Madrid puede ejercer la opción de compra, si no la quiere ejercer, se pueden dar muchas opciones. —Otra anomalía más. Un delantero que se asienta en la selección con 33 años. —Visto así... Al final tenemos jugadores veteranos que están dando un grandísimo nivel, tanto a nivel de su club como de selección. Para mí la edad tampoco es significativo, hoy en día el fútbol ha cambiado mucho y el rendimiento que puede dar un jugador con 33 años no es el mismo que hace diez o quince años. Está Pepe al máximo nivel con 41. Y en la selección tenemos a Jesús Navas, que va como un avión y tiene 38 años. —Hay habituales en la selección que casi podrían ser sus hijos, Lamine, Cubarsí, antes Gavi o Pedri. Y te gastarán bromas de novato... —Bueno, yo tuve que cantar el día que debuté el año pasado, también delante de estos jugadores. El día que debutas, tienes que subirte a una silla y cantar. Con 32 tuve que hacerlo. Eso pasa, pasa aquí y pasa en todos los clubes. —¿Qué cantaste? —Una de Manuel Turizo y la bachata. Son momentos que lo pasas bien dentro del vestuario. —Uno de tus descubridores en el Celta, Javier Maté, dijo que tú no enamorabas al principio por tu juego, pero que los técnicos valoraban tu coordinación y comprensión del juego. —Maté confió en mí, fue la persona responsable de que firmase por el Celta. Yo intento transmitir en el campo lo que he aprendido. No sé si la gente de fuera lo ve así. Yo de mí mismo siempre hablo bien, entonces espero que la gente de fuera también lo haga. —No tienes un perfil de estrella. ¿Cómo se convive con eso en el Madrid? —Ya no es que no me considere estrella, sino que me considero un afortunado por poder estar en el Madrid sin más. Estrellas o no estrellas, tenemos un vestuario muy bueno. Todo el mundo me respeta de la misma manera que se respeta a los demás. —¿Te inquieta que no te consideren estrella? —Lo de estrella es un apodo que se les pone a los jugadores, pero lo que hay que hacer cuando sales al campo es demostrar que tienes nivel para estar ahí. —¿Cómo es el Bernabéu cuando canta un gol tuyo? —Mira, se me ponen los pelos de punta. La afición me ha acogido muy bien. Cada vez que salgo al campo corean mi nombre y es una sensación que pueden decir muy pocos, los que juegan en el Madrid, y es indescriptible. —¿Y cómo es el Bernabéu cuando fallas un gol? —Tú tienes que saber dónde estás. La exigencia en este club es máxima. Hay que estar en las duras y en las maduras. El Bernabéu aprieta, aprieta sí. Lo vimos contra el Leipzig en la Champions, la grada no quiere que el equipo esté atrás, quiere que gane, que marque goles y que disfrute la gente. El aficionado se deja mucho dinero por ver al Madrid y al final, pues te exige. —¿Entiendes el antimadridismo? —A ver, yo no soy anti nada. Es una palabra bastante fea, pero sí entiendo que es frustrante ver a un equipo que es el mejor equipo del mundo y que año tras año consigue lo que consigue. Y no es ayuda de nadie, es trabajo del club. Es el club más grande del mundo por las cosas que hace, cómo trata a la gente, por su serenidad, es el equipo más querido de todo el mundo. Vamos a Arabia y el ochenta por ciento del estadio lleva la camiseta del Madrid. Lo he vivido en otros lados, vas a Estados Unidos y la gente también. Es complicado para el resto de los equipos. —Pero en España no pasa eso. —Bueno, en España, en Barcelona no es la gente del Madrid. —En Madrid mucha gente es del Atlético... —Por eso son antimadridistas. —¿Aún puedes salir a la calle? —Sí, diferente al año pasado, pero gracias a Dios sí. —En las cenas familiares, ¿quién es más cuñado, Carvajal o tú? —Los dos. Cada día paga uno. Nos arreglamos así y ya está.

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