
La tradicional solidaridad de los canarios con los problemas y la cohesión a la hora de afrontar problemas ha vuelto a verse reflejada con el incendio que ha arrasado con más de 10.000 hectáreas. Un total de 9.000 personas permanecen fuera de sus hogares por las llamas que afecta a las zonas de cumbre de Gran Canaria, donde ya superar en 10.000 el número de hectáreas afectadas. Al ser zonas agrarias, 100 cabezas de ganado han sido salvadas. Este martes se suman a esa número los vecinos de Tasarte, Tasartico y no se descarta de Tunte o zonas de Mogán con potencial riesgo. Entre esa solidaridad, destaca la entrega de animales a centros especializados o acogerlos en casa en el caso de las mascotas mientras sus propietarios viven en centros de agrupación. La alta demanda del destino impide al sector hotelero o Airbnb ofrecer alojamiento a los afectados. En el caso de los animales de las explotaciones ganaderas son atendidas por el Seprona de la Guardia Civil y muchos de ellos encuentran atendidos en la Granja Experimental del Cabildo, el ayuntamiento de la isla. En los centros de llegadas de vecinos no cesa de llegar la solidaridad: desde equipaciones deportivas a ventiladores han sido donadas por empresas para 400 usuarios de dependencias muncicipales de San Mateo. La Diócesis de Canarias ha abiertos centros para acoger a víctimas del incendio y Cruz Roja ha abierto líneas de atención y apoyo a personas con movilidad reducida. Jesús, ganadero de Maderlagua, de Valleseco, en Granja Agrícola del Cabildo de Gran Canaria - ABC Testimonios Jesús, de Madrelagua, en Valleseco, apunta en la Granja Agrícola del Cabildo de Gran Canaria que «me preocupaba el humo, no el fuego entre los animales y hemos logrado poner todo a salvo, pero me tiene preocupado la familia y la gente que lo está pasando mal». La ganadera Bibiana Moreno, que se encuentra en San Mateo a la espera de volver a su casa, señala que «estamos pendientes de poder subir a ver nuestros animales, a echarle agua porque desde el sábado no beben agua, estamos preocupados». Moreno Afirma entre lágimas que «estamos con lo puesto, no hemos podido salir con nada, nuestros animales están ahí». Recuerda entre lágimas que hay voluntarios que han intentado en su casa pero han sido retenido. Ella ha dejado hasta sus mascotas en casa. Solamente pudo salir con un perro. En Tejeda, el cordinador del centro de apoyo a los vecinos, Guillermo Santana, subraya que «lla gente se siente como en su propia casa». Este lunes, nuevos vecinos desde Ayacata han sido internadas. Rita González, desalojada en Tejeda, indica que «desde el sábado estamos aquí» y «son las peores noches de nuestra vida, pensamos que todo estaba quemado y la información ha estado tergiversada y hay vecinos de Tunte que nos han dado apoyo emocional». González afirma que «mi casa está bien y así nos lo han transmitido aunque el pueblo de Tejeda nos duele, pero tenemos donde volver». En el caso de San Mateo es la segunda tragedia forestal en una semana. Francisco Santana afirma que «debemos estar todos unidos». Admite que ha sentido miedo y desilusión aunque permanece a la espera de noticias. En especial, de los animales dado que las autoridades han podido localizar a todos los vecinos, entre ellos, personas de movilidad reducida y dependiente de áreas remotas. En Moya, donde se alojan 400 personas en el polideportivo muncipale, Carmen García, que es quesera, afirma que «lo hemos dejado todo atrás y estamos todo muy tristes; pero sé que la casa está bien». Bonifacio Díaz indica que «mi señora no quería venir por apego a la casa, pero la obligaron, y estamos bastante preocupados». «Los incendios están lejos de estar controlados» El fuego en las islas lo atacan desde el aire con 14 medios. El capitán del Grupo 43 Ala del Ejército del Aire, Miguel Maroto, afirma que «creo que los cuatro son necesarios» porque «hay muchos fuegos activos». «Vemos con enorme tristeza con varios focos y los incendios están lejos de estar controlados». Maroto recuerda que no pueden volar más de nueve incendios por horas seguidas. Para ello, se turnan. «Podríamos hacer en cuatro horas y media unas ciencuenta descargas. Hemos llegado a cargar hasta los cuatro aviones en el Puerto de la Luz y, dada la distancia, yo he hecho 18 descargas». Sobre las grandes columnas de humo, Maroto destaca que no pueden atravesar ese humo para evitar que afecte a motores y tener visibilidad.
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