sábado, 31 de agosto de 2019

Las «mandarinas» de Llull vuelven a la pista

La confianza lo es todo para un jugador como Llull, todo carácter y pasión. Un corazón sobre la pista. Los latidos vibrantes de su juego hace tiempo que se ralentizaron. Una lesión en la rodilla mientras preparaba el Europeo de 2017 con la selección le hizo frenar cuando mejor estaba y desde entonces hasta ayer no había vuelto a latir con la fuerza de antaño. Solo algunos chispazos sueltos, que ante Túnez se sucedieron como hacía tiempo que no ocurría. Volvieron las «mandarinas» a la pista y esta vez no fue algo pasajero. Porque a su puntería del segundo cuarto, con la que desatascó el inicio irregular de España, le siguió un tercer periodo para recordar, con diez puntos consecutivos que le hicieron palpitar sobre la cancha. Feliz y aliviado. La mejor noticia para Scariolo rumbo a la segunda fase. Ha estado Llull peleado consigo mismo durante meses por no encontrar el camino correcto. Tanto, que llegó a reconocer su ofuscación tras levantar el título de Liga. «Llevo dos años de mierda, pero seguimos ganando títulos», asumía el balear con un punto agridulce en la voz. Eran las palabras de un líder agotado por los percances físicos, pero convencido de que volvería a ser el de antes. Sus 16 puntos –fruto de cuatro triples en seis intentos– y 5 asistencias en el inicio del Mundial no cierran el círculo, pero sí demuestran que el final está más cerca. Conoce bien el proceso Ricky Rubio, que pasó por lo mismo hace unos años y que tardó mucho tiempo en volver a ser el mismo jugador que asombraba sobre la cancha noche tras noche en la NBA. «No es fácil la lesión que ha sufrido. Es una lesión muy mala en lo físico, pero también en lo mental. Es muy difícil recuperarse, pero si algo tiene Sergio es dos ‘mandarinas’ con las que tirar para adelante y lo está haciendo», explicaba Rubio, máximo anotador en el estreno de España con 17 puntos. El catalán ha tenido mucho que ver en esa recuperación de Llull, con el que ha hablado en varias ocasiones en estos dos últimos años. Ricky sabe que una cosa es la lesión física, que a los 7 u 8 meses está ya curada, y otra muy distinta es la anímica. La herida mental es la que tarda más en cicatrizar, porque la cabeza no hace saltar al cuerpo como antes y porque siempre se tiende a apoyar menos el peso en la rodilla operada, lo que genera otro tipo de dolencias. 📹 En caso de que aún no lo hayas visto... 🍊 @23Llull SOBRE LA BOCINA 🍊#LaFamilia #dESafíoMundial #SelMAS 🇪🇸#SomosEquipopic.twitter.com/PlHf3ytSjQ— Baloncesto España (@BaloncestoESP) August 31, 2019 Esas son las que han evitado que Llull pudiera coger ritmo de competición y confianza durante la temporada, aunque el verano ha ejercido un efecto positivo asombroso en el balear. Después de levantar la Liga con el Real Madrid y hacer pública su frustración, Llull se refugió en su familia. Su hija Olivia llena ahora sus ratos libres y por ahí, relativizando la canasta, empezó a curar su mente. También ayudaron las vacaciones en California, donde estuvo acompañado por su mujer para asistir a la boda de Pau Gasol. Con las pilas llenas de energía, volvió a finales de julio a vestir la camiseta de la selección. Dos años después de la lesión. Sin miedos. Cargado de confianza. Fe ciega en sí mismo. Como siempre. Su seña de identidad. Una gripe –¡en verano!– ralentizó su puesta a punto para el Mundial, aunque ha llegado a China dispuesto a recuperar su estatus. Ayer, ante Túnez, en un partido que debía ser plácido, Llull tuvo que sacar su arsenal ofensivo para mostrar el camino del triunfo. Los africanos se pusieron diez arriba en el segundo cuarto (19-29, min. 13), pero un parcial exprés de 14-0 liderado por los triples de Llull devolvió la ventaja a la selección antes del descanso (42-39). Al volver de los vestuarios, la defensa y diez puntos consecutivos del balear terminaron por derribar a Túnez y darle a España la primera victoria (101-62). Un triunfo que hizo sonreír a Llull, cuyo corazón ya late con fuerza.

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