El Barcelona obrero, sin la luz encendida de su genio, sabe igualmente lo que quiere y cómo conseguirlo. Para los que nos hemos acostumbrado a vivir pensando que jugar con Messi es un derecho adquirido, cuando no está, la casa vacía pregunta cuándo volverá. Pero es admirable -aunque no divina- la capacidad de compromiso, de concentración y de sacrificio que mostraron los jugadores del Barça, tanto ayer como el pasado miércoles contra el Ínter. Un Madrid desconcertado, alicaído, que no sabía lo que quería y resolvía con nervios lo poco que tenía, hallaba en un Lopetegui de mirada extraviada y las manos en los bolsillos, impotente en la banda, su mejor metáfora. Parecía como si el cielo de sus mejores ángeles se hubiera quedado vacío. Florentino en el palco escribía un mensaje en su iPhone tras el segundo gol del Barça, VAR mediante. Lógica su preocupación, pero octubre no decide nada como tantas veces ha comprobado tristemente el Barça. También sin Messi le metimos 4 al Madrid, y en el Bernabéu, y aquella misma temporada el recién llegado Zidane ganó la primera de sus tres Champions. Hay quien dice que Artur es como Xavi y aunque las comparaciones tienen siempre algo de injustas, y algo de exageradas, la verdad es que se parecen mucho sus concepciones del fútbol y su habilidad para concretarlas. Bajo su batuta, el equipo encuentra su ritmo: la velocidad y los necesarios momentos de pausa, la capacidad ofensiva y el inteligente repliegue defensivo. Con las mejores sensaciones para el Barça, y las peores para el Madrid, llegó el descanso. Reacción madridista Pero como siempre que el Barça da al Madrid por abatido, la realidad se impone del modo contrario. Es la mayor astucia del Madrid hacerte creer que se da un partido por perdido. Los de Lopetegui volvieron del vestuario con la intensidad y la valentía que no tuvieron en la primera parte. El equipo asumió riesgos, reaccionó con talento y electricidad, adelantando su presión y acelerando su ritmo: enseguida Marcelo logró el 1 a 2 y el Barça acobardado de Valverde en Roma, que supuso la eliminación de la Champions la temporada pasada, mostró su deprimente rostro en los minutos de la zozobra. El Madrid tiró de honor y el Barça de clase media supersticiosa: los locales renunciaban al alma de su fútbol para intentar conservar lo que tenían y los visitantes apelaban a su identidad para recuperar lo que les había sido arrebatado. Reiterados y peligrosísimos avisos blancos se alternaban con alguna contra azulgrana interesante, como la que culminó con un disparo de tacón al poste de Suárez. Pero el mando del partido lo tenía el Madrid y el Barça iba a remolque, como un equipo menor que no cree en su fútbol y trata de defender un gol de rebote en una contra aislada. Es así como los grandes equipos demuestran que en el fondo no lo son tanto. En cualquier caso, la clase media y la cobardía, el paso atrás y el espectro de Roma no fueron ayer fatídicos para el Barça, y no porque se corrigiera e hiciera grandes méritos, sino por el soberbio cabezazo -¡qué martillazo!- con que Luis Suárez remató un centro de Sergi Roberto, abriendo la tarde a una aparatosa goleada. Que el Madrid no está bien, eso todo el mundo pudo verlo. En la primera mitad compareció en una versión muy deshilachada de sí mismo, y su reacción a la vuelta del descanso fue tan honrosa como poco sólida, plagada de errores y finalmente naufragante. El hat-trick del uruguayo y el quinto de Vidal dejaron un resultado que, de todos modos, fue peor de lo que vimos en el terreno de juego. El Barcelona, en cambio, está en un buen momento, y fue muy meritoria la goleada de ayer y la victoria ante el Ínter, ambas sin poder contar con Messi, pero no puede acobardarse cuando tiene problemas. Cruyff nos enseñó recurrir a la esencia del fútbol del Dream Team, y no a negarla, cuando más dificultades teníamos; y casi siempre que el Barça ha sido valiente, ha tenido premio, y en la misma medida, ha perdido cuando se ha vuelto un vulgar cobardica. Valverde tiró la Champions 2018 en Roma por el mismo motivo que ayer casi tira el Clásico. Vendrá marzo y cada partido será decisivo y complicado. Si sufrimos y nos tiemblan las piernas, ninguna gloria habrá de esperarnos.
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lunes, 29 de octubre de 2018
No negarás la fe en el fútbol
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