
El independentismo catalán lanzó en la campaña del 14-F la promesa de redoblar su ofensiva para alcanzar la secesión si sumaba más del 50% de los votos, un hito jamás alcanzado hasta entonces en unos comicios autonómicos. Finalmente, la suma de los sufragios de ERC, Junts, la CUP y el PDECat (que no logró representación pero sí más de 70.000 votos) permitió lograr esa meta por la mínima con el 50,8 por ciento de los votos emitidos que los partidos ‘indepes’ elevan al 52% según sus propios cálculos. Este resultado, calificado de «histórico», se logró en un contexto de participación a la baja marcado por la pandemia. Ahora, con las negociaciones atascadas y los partidos en pleno choque, salvar ese hito es casi el único amarre que mantiene a todos los actores sentados en la mesa. Se extienden los nervios Conforme pasan los días se extiende entre partidos, cargos y entidades soberanistas el miedo a perder su tan buscado 50% de voto separatista. «Tenemos que evitar unas nuevas elecciones, no podemos perder el 52%. El 14-F el independentismo perdió 700.000 votos. ¿Cuántos más están dispuestos a perder Junts y Esquerra?», advertía ya a principios de esta semana la dirigente de la CUP Eulàlia Reguant en TV3 al ver como las dos grandes formaciones soberanistas apuraban la fecha límite para la repetición electoral sin apenas avanzar. No en vano, los antisistema consideran capital evitar una repetición electoral para no poner en peligro una hazaña estadística que, a su parecer, avala las aspiraciones del movimiento y justifica su objetivo de preparar un nuevo «embate democrático» contra el Estado. Ayer, los anticapitalistas siguieron insistiendo en público y en privado sobre de la necesidad urgente de resguardar los resultados del 14-F que, a su parecer, suponen una oportunidad para avanzar hacia la independencia a lo largo de la presente legislatura. En este contexto de emergencia, también las dos grandes entidades separatistas –la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural– han empezado a lanzar toques de alerta para evitar las urnas y conservar este 50% de apoyo electoral. Por ello, ambas organizaciones han activado sus respectivas maquinarias en las últimas horas para presionar tanto a Junts per Catalunya como a ERC para que no echen a perder una cifra de apoyo a la independencia largamente anhelada. Desde la ANC, responsables de las manifestaciones masivas de la Diada, han anunciado una concentración delante del Palau de la Generalitat este domingo. «Así no! Queremos un acuerdo, queremos un gobierno y queremos un plan», aseveró ayer la presidenta de la entidad, Elisenda Paluzie, al explicar la movilización desde las puertas del Parlament. «No ha habido ningún gesto por parte del Estado. Al contrario, están en una ofensiva permanente desde hace más de tres años y el movimiento independentista ha estado resistiendo. Es necesario pasar a la ofensiva», añadió ante los medios esta dirigente muy cercana a las tesis de Carles Puigdemont. Presión de Lledoners También Òmnium Cultural –la organización soberanista mayoritaria, ahora cercana a ERC y a los comunes de Ada Colau– se ha puesto a trabajar para evitar la repetición electoral. El encargado de expresar esta intención fue ayer su presidente, Jordi Cuixart, quien, a pesar de estar cumpliendo condena en la prisión de Lledoners (Barcelona) por su papel en el referéndum ilegal del 1-O presidió por la tarde un acto en Barcelona que contó entre sus asistentes a los protagonistas del enroque que mantiene en vilo el independentismo: Laura Borràs (candidata de Junts el 14- y presidenta del Parlament) y el presidenciable de ERC, Pere Aragonès. También estaban con él representantes de la CUP y el expresidente Quim Torra, entre otros. Ante este auditorio, Cuixart aleccionó a las grandes formaciones independentistas, que llevaban encima una maratoniana jornada de reuniones para tratar de salir del callejón sin salida en la que se han metido a lo largo de las últimas semanas. «Pedimos a la clase política que abandone las dinámicas de desgaste y el hiper tacticismo. Recordemos que el objetivo de la represión es dividir a los que luchan, no lo deben conseguir, debemos seguir luchando sin que nos dividan», reclamó Cuixart ante Borràs y Aragonès, que apenas se dirigieron la mirada a pesar de estar uno casi al lado del otro. «Las decisiones políticas que se tomen los próximos días tienen consecuencias que pueden ser irreversibles», alertó Cuixart. Los nervios se extienden.
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