lunes, 24 de mayo de 2021

Mientras ‘Un tigre se aleja’, Rubén Martín vuelve a la poesía tras 5 años de silencio

‘Un tigre se aleja’ supone el regreso de su autor a la poesía tras cinco años de silencio editorial. En los poemas que componen este libro de Rubén Martín, la corriente del tiempo arrastra hacia el recuerdo a esa parte primitiva y salvaje que representa la juventud. La palabra, a su vez, es eco del silencio meditado. El poeta observa los hechos cumplidos del pasado, que ya se alejan. Otro poeta, Francisco Caro, da la bienvenida al nuevo libro diciendo que «Rubén Martín, poeta, cacereño y manchego, que a ninguna de las tres cualidades renuncia, tiene nuevo título público ‘Un tigre se aleja’, en la editorial sevillana Renacimiento. ‘Que amábamos la sal y su costumbre’, dice en uno de los versos que poco a poco voy deleitando». Los cinco años de silencio han servido a Rubén Martín para conferir perfeccionismo a cada verso meditado, como el cincel sobre la talla, y el resultado son 33 nuevos poemas de un creador que nació en Albacete en 1980 y que es autor de los libros de poemas Contemplación (2009), El minuto interior (2010, Premio Adonáis y Premio Ojo Crítico de RNE), El mirador de piedra (2012, Premio Internacional de Poesía ‘Hermanos Argensola’), Arquitectura o sueño (2015) y Fracturas (2016, Premio Internacional de Poesía Barcarola). Su última obra, publicada en 2016, fue el libro de relatos Azul nocturno. Rubén Martín junto al recientemente fallecido Francisco Brines, último Premio CervantesEl poeta ha entrado ya en la cuarentena y ha sido padre, circunstancias que se dejan notar en una obra con la que parece hacer balance de lo vivido hasta ahora y mirar al futuro con otros ojos. Además de a sus padres, ‘Un tigre se aleja’ está dedicado a sus hijos Hugo y Blanca, «que ven cómo, lentamente, me alejo», como el tigre del título, cuyo pelaje envuelve la portada y la contraportada del libro. La paternidad lleva a Rubén Martín a escribir este bello poema, de título ‘Entre mis brazos’: Mi hija bebe entre mis brazos leche/ de luna. Yo respiro/ La noche alzada desde el alto llano,/ bebo el viento que baja/ por la piel apacible de los sueños,/ y soy fruto fugaz:/ memoria para el viente de la niña. Pese al paso del tiempo y la inevitable madurez, el poeta, a veces, añora la juventud y, desnudo ante el espejo, piensa: No eres ya un crío,/ No lo eres./ Y a pesar de ello podrías/ hacer girar la Tierra devastándolo todo. Por la ventana, lento, Rubén Martín ve alejarse un tigre.

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