sábado, 24 de agosto de 2019

Un drama tras la puerta

El rechazo se respira en el rellano del número 23 de la calle Irmáns Carro de Lugo, el bloque de viviendas en el que el pasado lunes las fuerzas de seguridad accedían al 4º izquierda para detener a los progenitores del bebé hospitalizado con lesiones compatibles con malos tratos y abandono. Pegado con celo, un palmo más abajo del cartel que informa de los tratamientos de limpieza e higienización aplicados en el inmueble a lo largo de los últimos días, un folio escrito a mano carga contra los investigados: «Hijos de remil puta, van a arder en el infierno». Rechazo, y silencio, en una escalera de diez apartamentos (solo cinco habitados) conmocionada por lo sucedido. «Lo que hicieron no tiene nombre. Si no lo querían que lo diesen en adopción. Si les veo les escupo a la cara», clama una de las vecinas. Tras la puerta del 4º izquierda, nadie contesta. El timbre no funciona —la vivienda, afirma la comunidad de propietarios, lleva tiempo sin suministro de luz ni agua por impagos—. Los precintos están retirados y los padres del menor, investigados por violencia en el hogar y abandono familiar, pero en libertad desde el martes noche con una orden de alejamiento de su hijo, han vuelto a casa, a la espera del avance de las investigaciones. Ninguna alerta sobre lo que podía estar ocurriendo tras esa puerta, a sólo unos minutos a pie del casco histórico y la Muralla lucense, saltó hasta el viernes 16 de agosto. Los padres —una pareja al filo de la cuarentena— acudieron con su hijo al centro de salud de la Plaza de Ferrol, donde, según informó la Subdelegación del Gobierno, tras una primera atención médica y una vez advertida la gravedad de las lesiones, se derivó al bebé a las Urgencias del Hospital Universitario Lucus Augusti. El menor ingresaba en Cuidados Intensivos y el lunes el equipo clínico activaba la alerta por malos tratos apretando el interruptor que accionaba la maquinaria de protección pertinente: la Xunta asumía la tutela urgente, y el Juzgado de Instrucción Número 1 de Lugo ordenaba la detención de los progenitores. Con el desplazamiento de las fuerzas del orden a la vivienda saltaba a la luz el drama oculto tras la puerta: un hogar en condiciones insalubres del que durante los tres días posteriores los equipos de limpieza y desinfección —a instancias del juzgado por el riesgo representado para la salud pública— retiraron una tonelada y media de residuos. Envases, excrementos y enseres inservibles, «un estercolero», según la descripción facilitada por el concejal de Medio Ambiente de la ciudad, Álvaro Santos, durante la coordinación de los trabajos. La sorpresa corrió por el vecindario. «No lo podía creer. Lo que jamás me imaginé es que podrían tener esa cantidad de basura en la sala», apunta Pilar, presidenta de la comunidad. La relación de la pareja con los demás propietarios no es la mejor, admite, «pero al niño parecía que lo trataban bien». «Se pueden contar cosas malas en otros aspectos, pero con el bebé se les veía contentos. Un día me lo trajeron a la puerta para que lo viera y lo tenían limpito. Sólo lo vi dos veces más porque no salía a la calle», dice. Una deuda con la comunidad que sobrepasa los dos mil euros y un olor desagradable en el ascensor y en el portal percibido en ocasiones por los vecinos, apunta, marcaban hasta la fecha los mayores problemas en la convivencia con la pareja. No era raro ver sus teléfonos enchufados en la escalera. Pero nada, afirma, hacía sospechar la acumulación de residuos que crecía en el 4º izquierda. «No se olió jamás en el edificio», asegura Pilar. Se conocen de antiguo: la madre del bebé, expone, creció en el piso con sus padres, y continuó viviendo en él tras el fallecimiento del matrimonio. Mientras la instrucción avanza, el menor continúa hospitalizado, con la previsión de que este mismo fin de semana pueda ser trasladado al Hospital La Paz, en Madrid, para ser operado en este centro —de referencia para las cirugías oftalmológicas pediátricas— del desprendimiento de retina que padece. Estable dentro de la gravedad, es el escueto informe que han venido ofreciendo las autoridades autonómicas respecto a la situación médica del menor. Evaluación del entorno A la espera de su evolución, los equipos de Menores trabajan desde el día uno en la evaluación de la mejor alternativa para el bebé en el momento del alta hospitalaria. La primera opción en el caso de menores tutelados por la Administración, apuntó a ABC la directora xeral de Familia, Amparo González, es siempre —y con mayor prioridad en el caso de menores de seis años—, evitar el paso por centros residenciales y encontrar una familia de acogida. La primera búsqueda se efectúa entre la familia extensa del menor y salta después, si ese entorno no existe o no reúne las condiciones adecuadas para asumir la guarda, al banco de familias identificadas como hogares de acogida ante Menores. En el caso del bebé de Lugo, se limitaba a indicar la directora xeral de Familia de la Xunta, Amparo González, la evaluación está en marcha. Ningún aviso posibilitó una actuación preventiva en el caso de esta familia, investigada ahora por «indicios claros» de abandono. Los servicios sociales municipales no habían recibido ninguna comunicación y los hechos no se precipitaron hasta que la seriedad de las lesiones, concentradas —según ha trascendido— en la cabeza, los ojos y los oídos del bebé, alertó a los sanitarios. De ahí que, al hilo de este caso, la Dirección Xeral de Familia insista en la importancia de la colaboración social y en la pertinencia, siempre, de comunicar cualquier preocupación respecto a una posible situación de riesgo o abandono de menores. «Siempre es mejor cerrar una denuncia sin base que llegar a casos claros de abandono», transmite la directora xeral de Familia.

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