
El permanente saqueo y captura de canarios por parte de piratas franceses y brirtánicos hartó a los isleños. Dada la dispersidad del territorio, en las islas se creó una armada propia con la que plantar cara ante tanto sabojate. Con apenas un par de carabelas, el Ejército de Tierra colocó una patrulla a vigilar las costas fuertemente armada. El material fue donado por los ecinos de Las Palmas de Gran Canaria: desde velas a material clínico para los heridos. El gobernador de la época, Rodrigo Manrique, ofreció alistarse a civiles y soldados hasta sumar los 180 hombres. Desde Santa Cruz de Tenerife vino refuerzos logísticos y humanos además de información de la banda de piratas que tenía, en cierto modo, el respaldo no oficial de las autoridades francesas. Manrique nombró como general de esta armada a Jerónimo Baptista. Los capitanes de las dos carabelas fueron Juan López de Cepeda y Juan de Narváez, según consta en el Arhivo de Simancas. En diciembre de 1551 ya estaba todo preparado a la espera de la llegada de piratas franceses, que buscaban en las islas una zona de refugio para llegar a Perú. Los piratas franceses estaban confiados porque creían que los canarios eran unos desgraciados temerarios Hacían escala en Canarias pero buscaban arrasarlas y secuestrar isleños para venderlos como esclavos en el norte de África. Personajes como Jean Bulin y Pierre Severino conocían las islas como la palma de la manos; peero fueron humillados en Las Palmas. Entre febrero y abril de 1552 los franceses se habían hecho con múltiples embarcaciones. En Canarias la indignación era total porque lo que estaba ocurriendo era un embargo en toda regla de las islas generando problemas de abastecimiento. La flota canaria de Manrique se lanzó al mar a patrullar tras manejar información procedente de marineros y puestos en tierra. El Viernes Santo de 1552 la población de Las Palmas se asomó al puerto de La Luz a ver partir a la armada canaria. El lunes de Pascua de 1552 los barcos canarios dieron con los franceses. Los franceses, desprevenidos Los piratas franceses estaban confiados porque creían que los canarios eran unos desgraciados temerarios. Pensaban que los isleños iban a ser pasto de una batalla cómoda con la que obtener nuevos buques con los que llegar a América. El 19 de abril de 1552, a eso de las seis de la mañana, mientras los estaban con la guardia baja, los canarios explicaron a los piratas qué era un infierno en el mar. Los franceses no salían de su asombro al escuchar trompetas de guerra procedente de los navíos canarios. Toda la ciudad de Las Palmas estaba en la bahía del Puerto de la Luz viendo la batalla. Los canarios atacaron a los franceses y todo se veía desde la costa. La puntería de los artilleros canarios acabó con los franceses que apenas presentaron compate porque estaban desmoronados. El general Jerónimo Baptista perdió la vida: pero los canarios no se desanimaron y dieron combate con un coraje que los piratas franceses no se podían creer. Llega la bandera blanca La lucha empezó a las seis de la mañana y terminó a eso de la una de tarde con los franceses derrotados. Izaron la bandera blanca y se rindieron. Los isleños mandaron un claro mensaje a los franceses: parar en Canarias podría costar la vida. Los canarios saquearon a los franceses y liberaron a presos de nacionalidades portuguesa y británica. El 20 de abril de 1552 fue la entrada triunfal de la flota canaria con cinco buques franceses apresados. Murieron 95 franceses y el general canario. Hicieron 83 prisioneros. Entre los muertos, estaba Fierre Rubin y Guillaume Marón. Los corsarios Jean Bulin y Fierre Severino fueros detenidos. Los franceses fueron atendidos con cortesía aunque estuviesen presos. Pero hubo que ejecutar a algunos por intentar evadirse. Los bienes capturados se somentieron a subasta pública: entre otras, una nao y tres carabelas, 189 sacas de arroz y plomo en quintales.
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