El amor no siempre triunfa, pero dentro de la realeza se dan casos en los que se ha impuesto por encima de férreos convencionalismos y derechos dinásticos. El caso más reciente es el protagonizado por la Princesa Ayako de Japón, de 28 años, quien contrajo matrimonio con el financiero Kei Moriya. La ley que rige la Casa Imperial nipona fue aprobada en 1947 y obliga a que las mujeres pierdan sus títulos y su estatus si contraen matrimonio con plebeyos. Sin embargo, por renunciar a su título la hija del fallecido Príncipe Takamado, primo del Emperador Akihito, dejó de formar parte de la Familia Imperial, aunque con una compensación económica: unos 800.000 euros. La boda ha tenido lugar este lunes en una ceremonia tradicional en el santuario Meiji Jingu de Tokio. «Me llena de alegría casarme y que tantas personas nos visiten en el Santuario Meiji y nos feliciten», dijo Ayako de Takamado en una conferencia de prensa después de la ceremonia privada de Shintowedding. Princesa Mako de Japón No es la única que renunció a sus privilegios reales por amor. La Princesa Mako de Japón (26) abandonó también su estatus dentro de la Familia Imperial nipona para casarse con un plebeyo de su misma edad dedicado al ejercicio de la abogacía, Kei Komuro. Tras obtener la bendición de su abuelo el Emperador Akihito, la princesa y su prometido anunciaron de forma oficial su compromiso. En su primera comparecencia juntos, los novios explicaron ante los medios allí congregados cómo saltó la chispa. La pareja se conoció en el año 2012 en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, durante una sesión orientativa de programas de intercambio para estudiar en el extranjero. El flechazo fue inmediato, ya que al año siguiente Komuro le pidió matrimonio y ella aceptó sin pensárselo. Solo tienen buenas palabras el uno para el otro. «Me atrajo de él su sonrisa brillante como el sol», confesó Mako, a lo que su prometido respondió: «Ella cuida de mí con calma, como la luna». Este enlace le va a costar a la hija mayor del Príncipe de Akishino, y la Princesa Kiko y hermana de un futuro emperador, el Príncipe Hisahito, abandonar la Familia Real de acuerdo con la Ley de la Casa Imperial. Pasará a ser una ciudadana más, con derechos y deberes, incluido el sufragio. Sin embargo, al convertirse en plebeya por matrimonio, percibirá del Estado un subsidio en un solo pago cuya cuantía determinarán ocho miembros del consejo de ministros y el primer ministro. A pesar de que Japón es una nación avanzada a nivel tecnológico, con un gobierno democrático, es también muy tradicional. Este país aplica la Ley Sálica, que impide a las mujeres acceder al Trono del Crisantemo, tengan hermanos varones o no. Así, se reducen las posibilidades para la sucesión. Sayako Kuroda Antes que ella, su tía Sayako Kuroda, la tercera hija del Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko, se vio obligada a renunciar a todos sus títulos de honor para poder casarse en 2005 con un funcionario de gobierno, el urbanista Yoshiki Kuroda. Eduardo VIII Dentro de las Casas Reales europeas también se han dado casos de herederos que decidieron renunciar a sus derechos sucesorios para darse el «sí, quiero» con la mujer de la que estaban enamorados. El corazón pudo más que el deber para Eduardo VIII de Reino Unido, quien quedó prendado de Wallis Simpson, una estadounidense divorciada. Unos meses después de iniciar su reinado, en diciembre de 1936, anunció su abdicación. Príncipe Sigvard de Suecia Otro caso muy sonado fue el del Príncipe Sigvard de Suecia, que en 1934 huyó a Londres para contraer matrimonio en secreto con Erika Patzek, hija de un comerciante alemán. Cuando su abuelo, el Rey Gustavo V, se enteró del casamiento, le despojó de su título de príncipe e incluso le borró de la lista dinástica. Johan Friso de Holanda En 2003, Johan Friso de Holanda, segundo en la línea sucesoria, protagonizó otra renuncia a la Corona para poder pasar por el altar con su novia Mabel Wisse Smit, quien declaró haber mantenido de joven una relación cercana con el gángster Klaas Bruinsma, razón por la cual el gobierno no dio la aprobación al compromiso. Pese a los obstáculos, todos estos príncipes y princesas tuvieron su final feliz.
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