
El Barça llegaba de Wembley enamorado de Arthur y de Messi, pero el amor se desvaneció en setenta y cinco segundos, cuando Garay recibió una maravillosa asistencia de Piqué -otro error del central que le sale carísimo a su equipo- para marcar el 1 a 0. En los primeros minutos el Valencia pudo marcar otro par de goles, por graves desatenciones defensivas azulagranas, pero los dos disparos se fueron ligeramente, muy ligeramente desviados. Pésimo arranque culé, intenso comiezo valencianista, que convertía cada balón que tocaba en un afiladísimo puñal contra la blandengue defensa visitante. Cheryshev entró por Guedes, lesionado. Al Barça, más horizontal que vertical, le costaba penetrar en las líneas tan juntas y atrasadas del Valencia. Pocas ideas ofensivas pero atacar aunque fuera sin profundidad sirvió a los de Valverde para que al menos durante algunos minutos cesara el ataque y gol local. Suárez intentó en el 18 marcar chutando desde casi el círculo central y le salió como le salen últimamente las cosas a Suárez. Quien no falló fue el que nunca falla, y Messi en el 22 cambió la noche en Mestalla. El disparo no pudo ir más pegado al palo. El Barcelona se creció con el gol y en su presión altísima, muy concentrado, sin dejar al rival salir de su campo y a veces hasta de su área. El Valencia se acobardó, pasó a darle miedo el balón y parecía una parodia del equipo que durante los primeros 15 minutos había ahogado, agobiado, arrasado al Barça. Suárez, resistente a la frustración, como ha escrito de él Valdano, lo intentaba todo y no le salía nada, pero ello no impedía que volviera a la carga y con todo a la siguiente jugada. El Valencia no podía salir pero el Barcelona no acababa de encontrar el camino de la portería de Neto. En el 38, Messi perdió un balón comprometido y Gayá pudo marcar pero cruzó demasiado su disparo. Los locales no chutaban desde el minuto 12. Messi lo hacía todo, Semedo, muy incisivo en ataque e implacable en defensa. Coutinho no acababa de comparecer y se notaba que el equipo necesitaba más de él. Cheryshev tuvo la primera de la segunda parte, con un hermoso disparo con el exterior del pie. Se fue alto por poco. Pero la tónica del juego continuaba siendo la del primer tiempo, con un Barcelona que encerraba al Valencia en su campo y que si bien controlaba el balón sin problema, tenía dificultades para crear verdadero peligro. Coutinho, Arthur y Messi se encontraban: sin llegar a hacer nada concreto pero con evidentes complicidades. Buena entrada en Mestalla, algo más de 46.000 espectadores. El Barça maduraba el partido y el equipo de Marcelino se limitaba a repeler los ataques. Era clamoroso lo poco que le duraba la pelota al Valencia. Arthur recordaba al Xavi joven: todo pasaba por él y todo lo que hacía tenía un sentido. A pesar de su general dominio, el Barcelona tenía contrastes y distracciones que animaban al Valencia. Desgaste, cansancio o falta de concentración. Tal vez una mezcla de las tres cosas, que abrían el partido innecesariamente. Menos ritmo en ataque, los de Valverde funcionaban a golpe de arreón, sin continuidad: necesitaban gasolina, piernas frescas. Dembélé en el 64 empezó a calentar. Coutinho pudo marcar en el 74 pero estaba demasiado cansado para tomar la correcta decisión y se dejó robar el balón cuando todo lo tenía a favor para el gol. Valverde esperaba y esperaba para hacer los cambios. El Barça se enredaba en larguísimos y estériles ataques, sin encontrar la solución, o sin hallar las fuerzas cuando por fin la encontraba. Finalmente en el 82 entró Dembélé por Coutinho. En el 87 Rafinha sustituyó a Arthur pero de nada sirvió y el Barcelona no supo concretar su notable dominio en Mestalla.
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