Frente al cenizo de un avión retrasado y un día de demora, el Mundial de Innsbruck se había llenado de signos positivos para Alejandro Valverde. En la media tarde del viernes, cuando la selección inspeccionaba el circuito y sus rampas, recibió el primer guiño del destino. Una comitiva con varios campeones del mundo en ruta se cruzó con los españoles. Allí estaban los italianos Mario Cipollini y Paolo Bettini, el belga Johan Museeuw y el español Óscar Freire, entre otros. «Fue una buena señal», dijo ayer, supersticioso, el murciano. Museeuw comentó luego a la prensa que deseaba con todas sus fuerzas que Valverde fuese campeón del domingo. «Se lo merece más que nadie». La segunda pista para el ciclista español se la ofreció su propio hijo, Pablo, el tercero en la saga de cuatro (los mellizos Álex e Iván por delante y la pequeña Natalia, que ayer cumplía cuatro años). Se vistió para la ocasión con el maillot arcoíris antes de empezar la carrera. Cuando el personal le preguntaba al chaval, este respondía ufano: «Es la camiseta de mi papá». Era el día y por ahí lo entendió Alejandro Valverde en su recordatorio. «Se lo dedico a todas las personas que me han ayudado siempre y, sobre todo, a mis compañeros de la selección. Me han dado tranquilidad porque hemos compartido una concentración con muy buen ambiente en Sierra Nevada». Un ciclista sin enemigos en el pelotón, cordial con sus colegas y eficiente líder como aglutinador de voluntades. Lo comprobó ayer nada más triunfar en Innsbruck. Peter Sagan, el triple campeón saliente, le entregó el maillot de campeón y le susurró unas palabras al oído en el podio. «Me ha dicho que si tenía que entregar el maillot a alguien, prefería que fuese yo», admitió el murciano con cierta timidez ante la prensa. «Casi me he alegrado más por su oro que por mi triunfo en el Tour -aseguró el vizcaíno Omar Fraile-. Valverde era mi ídolo». Algo de justicia poética flotaba en el ambiente. «Por fin el de arriba lo ha premiado», decía Eusebio Unzué, su director en el Movistar. «Se lo merecía porque nunca ha dejado de creer», aseguraba Óscar Freire. «No hay ciclista que merezca el Mundial más que tú», lo ensalzó Contador por las redes. Un mensaje conmovedor que el protagonista recibió con modestia. «En verdad, ya casi había tirado la toalla», aceptó el protagonista, quien regresó con más fuerza al ciclismo después de una pavorosa caída en el Tour y una rodilla deshecha hace un año y dos meses. «Pero esta vez ya no estaba tan obsesionado con ganar».
De Deportes https://ift.tt/2QjBkBi
0 comentarios:
Publicar un comentario