Que nos dejen en paz

No hay más verdad que la del voto. No existe más certeza que la del resultado. El éxito no está en ganar. La gloria está en gobernar. Madrid sabe de victorias, más que de fracasos: ha resistido, sobrevivido a dictadores y a nefastos gestores. Ha sabido convertirse en ciudad abierta. Es su gran victoria. Los madrileños quieren que su capital sea esta, tal y como es y, a ser posible, mejor. No quieren más imposiciones. No aceptan más cierres. No pretenden más legislación restrictiva. Quieren, como dijo Ayuso, que les dejen en paz, y que sus políticos gestionen y no conviertan las instituciones en armas partidistas donde hasta el aire es bandera ideológica a costa de la libertad. Hay capitales que viven en la nostalgia, que respiran pesimismo, que viven para morir. Madrid no puede ser una de ellas porque su velocidad marca un país que mira a su centro con tanto interés como hartazgo. Madrid debe ser ejemplar. Esa es la misión de quien se siente en la Real Casa de Correos, de quien gane pero posiblemente necesite del pacto para gobernar. El voto es la verdad del madrileño, pero también un mensaje sin contraseña: no más restricciones. Que nos dejen en paz.

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