
Desde Egipto a la modernidad, los mitos siempre han sido esenciales para legitimar al poder. Esto lo sabían muy bien los totalitarismos que surgieron en Europa en el siglo pasado, que denigraban la democracia frente a la exaltación de la voluntad del caudillo. El pensador que desarrolló con mayor coherencia la importancia de los mitos en la comunidad política fue Carl Schmitt, que llegó a ser el jurista de cabecera del nacionalsocialismo. Schmitt sostenía que el concepto de ciudadanía de los Estados liberales estaba muerto y que los nuevos regímenes totalitarios tenían que buscar su legitimidad en los sentimientos, en los vínculos afectivos. Para ello, había que construir mitos que movilizasen al pueblo y que le hicieran sentirse partícipe de un...
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