jueves, 30 de mayo de 2019

Ciudadanos: una estrategia errática en Cataluña... pese a todo

Aunque Albert Rivera, presidente de Ciudadanos (Cs), no tiene oposición interna en su política nacional, cuyos resultados electorales comparativos son expansivos y en constante -aunque lento- crecimiento, no ocurre lo mismo en Cataluña, cuna de la formación naranja y cuyo origen fue el de la beligerancia sin complejos contra las posiciones nacionalistas. La estrategia de Cs en Cataluña en los últimos años, errática y zigzagueante, no está teniendo los resultados electorales esperados y equiparables a los cosechados en el conjunto de España. Da la sensación de que el partido está sin rumbo y descapitalizado. El caso Valls no es más que el último ejemplo. La apuesta de fichar al ex primer ministro francés como aspirante a la alcaldía de Barcelona no ha salido como esperaba la cúpula del partido. Valls heredó un 11,03 por ciento y cinco concejales de Carina Mejías (2015) y el domingo obtuvo el apoyo del 13,3 por ciento (seis ediles) de los votantes barceloneses. La opción de hacer alcaldesa a Ada Colau podría llevar a romper el nonato grupo municipal de Cs en el Ayuntamiento de Barcelona, ruptura que dejaría a la formación naranja con solo tres concejales y sin líder en Barcelona. También está sin líder reconocido el partido a nivel autonómico. La salida inesperada de Inés Arrimadas del Parlamento de Cataluña con destino al Congreso de los Diputados dejó un vacío en el liderazgo autonómico que se ha resuelto, de momento, con una bicefalia transitoria: Carlos Carrizosa, presidente del grupo, y Lorena Roldán, portavoz del mismo. La dirección quiere a Roldán como sucesora de Arrimadas, pero Carrizosa suscita más simpatía en gran parte de los cuadros medios y las bases. El traslado de Arrimadas a Madrid, actual portavoz de Cs en el Congreso, junto con el reciente de José María Espejo-Saavedra, que se suman a los de Rivera, Juan Carlos Girauta, Fernando de Páramo o José Manuel Villegas, ha dejado, por un lado, un partido descapitalizado en Cataluña, y por otro, la imagen de que la política autonómica no es más que un trampolín. La situación interna de Cs en Cataluña, además, choca cada vez más con la estrategia de la dirección nacional, tanto desde la posición ideológica como de la configuración de una hoja de ruta para actuar en la región. En 2017, el ala socialdemócrata -que se visualiza en Jordi Cañas, elegido eurodiputado- venció en las primarias para el congreso nacional a la lista oficialista, de corte más conservador. En este sentido, también existe en algunos sectores de las bases catalanas malestar por las posiciones maximalistas que se adoptan desde la calle Alcalá (Madrid) en relación a cómo afrontar el posprocés, pues dificultan mucho un posible crecimiento del partido en los municipios. En relación a esto, los recientes datos electorales podrían avalar la tesis de los sectores tímidamente críticos con la dirección. Cs ha perdido en Cataluña más de dos puntos porcentuales entre las elecciones municipales de 2015 y las de 2019, pese a que en el conjunto de España el crecimiento es justamente de dos puntos. El pasado domingo, la formación naranja consiguió 178.330 votos en la región (el 5,11 por ciento) y no fue el partido más votado en ningún municipio. Solo cuatro años antes, Cs obtuvo el apoyo de 230.250 catalanes (el 7,39 por ciento). Números que son más preocupantes cuando se comparan con los de las elecciones europeas (298.781 votos y un 8,63 por ciento), las autonómicas de diciembre de 2017 (más de un millón cien mil votos) o las generales de abril (477.096 votos).

De España http://bit.ly/2JIsNZr

0 comentarios:

Publicar un comentario