lunes, 9 de abril de 2018

Galicia avanza hacia 7 semanas de paternidad para sus funcionarios

« El 8 de marzo fue un clamor que hemos de entender los gobiernos de distintos colores que estamos en las comunidades, en las principales ciudades, el Gobierno y las Cortes». Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP gallego y de la Xunta de Galicia, recogía así, un día después de la movilización feminista del Día Internacional de la Mujer, el mensaje lanzado desde las calles y plazas del país. 24 horas antes de la jornada reivindicativa había anunciado en el Parlamento autonómico un plan de conciliación ambicioso y, este jueves, su Ejecutivo dio el visto bueno a un documento —el primero de ámbito regional— que coloca a la Comunidad en una posición decidida hacia la igualación de los permisos de maternidad y paternidad tras la llegada de un nuevo hijo. Una licencia adicional y voluntaria de un mes, en la que tanto hombres como mujeres renunciarían a un 25% del salario, redondea una estrategia compuesta un centenar de acciones. Allí donde el Gobierno autonómico tiene competencia —su personal público—, la Xunta se compromete a la «equiparación progresiva de los permisos de maternidad y paternidad de forma intransferible», comenzando con una ampliación medible y acotada: llegar desde las cinco actuales hasta las siete semanas antes de 2021 , el horizonte límite del plan plurianual aprobado. En el mismo camino transitan las administraciones autonómicas de País Vasco y La Rioja. El borrador de una nueva ley de empleo público y el futuro decreto de estabilización de la función pública son, respectivamente, las vías elegidas por el Gobierno de Vitoria y el Ejecutivo riojano para equiparar, en ambos casos de modo inmediato, la duración de los permisos de sus trabajadores y trabajadoras públicas, fijando una duración única de 18 semanas (el período actual reconocido a sus funcionarias). «Hay que mirar al norte», apuntaba el pasado febrero el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, en referencia al histórico liderazgo que en cuestiones de conciliación y protección de la familia ejercen los países nórdicos. Aunque todavía muy lejos del ejemplo de Suecia o Noruega (con hasta 480 y 112 días a repartir entre los progenitores, respectivamente), las adminisraciones se mueven en España, más rápido quizá tras la repercusión del último 8-M. El Gobierno avanza en un Pacto Nacional por la Conciliación y la Racionalización de Horarios; el Congreso insta al Ejecutivo a regular permisos de maternidad y paternidad iguales, intransferibles y retribuidos al 100% y las autonomías completan sus propios pasos allí donde cuentan con competencias. Penalizadas en su carrera laboral Y es que los datos son tozudos y exigen reacción: el 60% de los complementos salariales, indicaba recientemente a ABC la ministra de Empleo, Fátima Báñez, favorecen a los hombres al primar la antigüedad y penalizar las interrupciones en la carrera asumidas por las mujeres casis siempre para asumir responsabilidades de cuidados. El suma y sigue de datos para la reflexión es infinito: el estudio diagnóstico en el que la Xunta apoya su plan de conciliación detecta hasta 7,6% puntos de diferencia en contra de la mujer en las tasas de ocupación en edades coincidentes con la maternidad, directamente relacionado con la mayoritaria salida del mercado laboral de la mujer por razones de cuidado; recuerda que más del 91% de las excedencias por atención de hijos las piden ellas (también más del 77% de las relativas a la atención de otros familiares dependientes) o que el número de varones directores o gerentes es más del doble que el de mujeres. La equiparación de los permisos de maternidad y paternidad no es una solución única ni aislada, pero sus defensores la consideran una palanca necesaria para favorecer otros muchos cambios. Su incidencia en un momento clave para el establecimiento de nuevos roles de género en la pareja (la llegada de un hijo), su capacidad para atraer al hombre hacia el cuidado y su efecto sobre el mercado de trabajo, a la hora de erradicar la etiqueta de menos disponibles para el empleo que todavía cuelga sobre las mujeres, son sus razones más poderosas.

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