Las cosas, claras: Villarejo era un tipo eficaz. De todas sus incursiones como hombre rana en las cloacas de Estado sacaron provecho los sucesivos Gobiernos de PSOE y PP para sus intereses ocultos. Y él también, claro. Quid pro quo. Una tarde de 2016 me envió un mensaje al móvil para afearme un comentario radiofónico. Le respondí que si quería que habláramos era mejor que lo hiciéramos cara a cara. Yo no le conocía. En aquella época, un periodista que no hubiera hablado nunca con él era un pobre pardillo sin ningún peso específico en la profesión. Reconozco que estar en esa lista de prescindibles me incomodaba. Hería mi orgullo. «Veámonos en un sitio discreto», me dijo. Y a continuación... Ver MásDe España https://ift.tt/38hxLXB
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