lunes, 29 de marzo de 2021

Carlos Soria, al Dhaulagiri con 82 años

Son días ajetreados para Carlos Soria (Ávila, 1939), que a sus 82 años sigue empeñado en convertirse en la persona de mayor edad que termina de ascender los 14 ochomiles de la tierra. Entre los entrenamientos, los preparativos y la burocracia propia de este tipo de expediciones apenas le queda tiempo libre y eso que él está acostumbrado a estirar los días de la misma manera que lo está haciendo con su carrera deportiva. Porque aunque han pasado ya 31 años de su primer ochomil, Soria continúa agarrado a sus sueños, feliz por poder hacer lo que más le gusta a pesar de las dificultades propias de la edad y de las sobrevenidas con la pandemia. Hace tiempo que se frenó su carrera hacia el objetivo final, atascado en el Dhaulagiri (8.167 metros) al que ha acudido ya en once ocasiones. «No creo que sea una montaña imposible. Que no la hayamos subido ya es una casualidad, creo. Es una montaña complicada, ya que el último día siempre es muy largo, pero eso no debería ser un problema. He hecho cumbres más difíciles con menos intentos, como el Everest, el K2 o el Annapurna, y en todas he subido bien. No sé por qué el Dhaulagiri se resiste tanto. Son ya demasiadas veces. Vamos a ver si tenemos suerte, hacemos bien las cosas y podemos alcanzar el objetivo esta vez», explica en conversación con ABC desde su casa en la sierra de Madrid. Allí ha estado recluido durante la pandemia. Un pequeño refugio alejado de la gran ciudad, donde ha podido seguir entrenando a pesar de la situación sanitaria mundial. «Aquí apenas noto las restricciones. Me levanto siempre muy temprano para entrenar, aunque estos días estoy más desequilibrado por todo el trajín de los preparativos. Siempre hago un poco de rodillo con la bici, subo al monte y luego termino con un poco de acondicionamiento físico. Solo con andar no es suficiente. Procuro mantenerme lo mejor posible y no me encuentro mal. Y eso que he tenido problemas médicos. Pensaban que tenía hasta un tumor, pero fue una falsa alarma. Mi único problema, además de la prótesis en la rodilla que me molesta en las bajadas, es que estoy perdiendo un poco de fuerza en las manos por un tema neurológico, pero estoy trabajando para controlarlo y no estoy perdiendo mucho», resume al abulense, que nació en 1939, coincidiendo con el final de la Guerra Civil. El alpinista tiene en su casa una tienda de campaña que le permite dormir en altitud, aclimatando su cuerpo para la alta montaña - G. Navarro Aquellos años posteriores al conflicto bélico los recuerda bien, y eso que ha pasado mucho tiempo y que era un chaval. «Entonces sí que lo pasamos mal. Lo de ahora, con la pandemia, es un momento muy delicado también, pero entonces nos teníamos que preocupar de qué comíamos. En cualquier caso, mi generación ha tenido muy mala suerte, porque tuvimos que vivir aquello y ahora hemos sido muy castigados con esta enfermedad que se ha llevado a muchos abuelos de muy mala manera», reconoce crítico el alpinista, que llevará a cabo un homenaje para todos los mayores fallecidos por Covid-19, llegue o no a la cima del Dhaulagiri. «Se lo merecen y quiero tener este detalle con ellos. Me llevaré al Himalaya unas flores muy bonitas que hace mi mujer y tengo preparadas unas palabras para todos ellos que, si todo va bien, pronunciaré en la cumbre», desvela. Cuarentena en Katmandú Cumbre que es la penúltima que le queda por ascender para cumplir con su propósito de hollar los catorce ochomiles -estuvo en la cima central del Shisha Pangma, pero no en su punto más alto-, y que para él se ha convertido ya casi en un reto único. Singular. Para alcanzarlo, contará con la ayuda de sus inseparables Sito Carcavilla y Luis Miguel López Soriano, los dos escuderos que le han acompañado en la mayoría de sus aventuras. «Son dos amigos maravillosos que me acompañan siempre en la montaña. Estamos los tres en la misma onda, y eso es formidable», apunta Soria, que viajará junto a Carcavilla el próximo lunes tras cumplir con todos los requisitos previos, PCR negativa incluida. «La pandemia nos obligará a hacer cuarentena en Katmandú antes de poner rumbo al Valle del Khumbu, aunque yo ya voy con las dos dosis de la vacuna puestas. A partir de ahí, comenzaremos a pensar en el Dhaulagiri. al que podremos llevar un grupo de sherpas que nos ayuden gracias a la ayuda que hemos encontrado a última hora», explica Soria en referencia a Telefónica e Ignis Energía, las dos empresas que se han unido a su expedición y que le harán más sencillo el objetivo.

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