domingo, 12 de mayo de 2019

Tsitsipas frena en seco el ascenso de Nadal

En pleno ascenso, un tropiezo inesperado y de los que hacen daño. Rafael Nadal, al que le gustaba cómo iban las cosas por la Caja Mágica, patinó en semifinales del Mutua Madrid Open y perdió ante un Stefanos Tsitsipas gigantesco, estupendo el tenista griego para firmar una de las victorias de su vida. Pocos pueden presumir de tumbar al rey de la tierra, y Tsitsipas alzó los brazos con todo merecimiento después de imponerse por 6-4, 2-6 y 6-3 al filo de la medianoche, dejando patidifusa a una grada que no reconoció a su héroe en las dos horas y 34 minutos de velada. En mayor parte porque Nadal no tuvo nada que ver con el Nadal de los otros tres partidos, y ahora no le queda otra que pensar en Roma para llegar fino a Roland Garros. Tsitsipas, por su parte, se consolida en la elite justificando todo lo bueno que se dice de él y el domingo se juega la gloria con Novak Djokovic, que antes eliminó a Dominic Thiem en un partidazo. A diferencia de los otros días, el rostro de Nadal delataba cierta tensión e incomodidad. No le gustaban las condiciones del escenario, terrible e incomodísimo el viento, y desde el inicio se expresó a trompicones, fallón y sin la misma alegría. Después de presumir de estadísticas con su saque, no funcionó nada bien de entrada y a partir de ahí empezaron a llegar las dudas. En el primer juego, y después de que Tsitsipas escogiera restar al vencer el sorteo, llegó el primer break, aunque corrigió ese resbalón de inmediato. Los primeros compases del duelo no fueron especialmente bonitos, más bien todo lo contrario. A los jugadores les costaba controlar sus golpes, pero sufría más el español, que trataba de encontrarse celebrando con entusiasmo los intercambios más sufridos, como si fuera algo impostado. El partido fue cogiendo un poco de temperatura, y ahí dio un paso al frente el joven Tsitsipas, valiente en tierra hostil, un atleta de aplauso. El griego, campeón este año en Marsella y en Estoril, entendió que la noche pedía algo diferente y pasó al ataque. Impulsado por su saque, se atrevió con numerosas subidas a la red, hizo daño con su derecha y lució ese revés a una mano tan de manual. De este modo, llegó a descentrar a Nadal y, en 57 minutos, firmó un 6-4 merecido, el primer set que le ganaba al balear después de tres partidos sin olerla. Hasta ahí, hubo un carrusel de imprecisiones y de quiebres, siendo el número dos del mundo el que más falló, entregando su saque en tres ocasiones. Solo su amor propio permitió que el debate se prolongara un poco más, pero lo cierto es que no le iba nada bien el revés, la derecha se quedaba corta y las bolas, al jugar de noche, le pesaban demasiado. Era imperativa una reacción y Nadal puso de su parte para revertir una situación que tenía muy mala pinta. Tampoco se puede decir que jugara de maravilla, pero sí que fue más él, soltando el brazo y entendiendo mejor el juego de Tsitsipas. El campeón de 17 grandes dio un salto, se cargó de confianza y subió notablemente el porcentaje de primeros, una historia totalmente diferente cuando le funciona. A diferencia de lo visto anteriormente, no concedió ninguna pelota de break y rompió dos veces al griego para llevar el partido a un epílogo cargado de drama. Nadal enlazó cinco juegos consecutivos para respirar con algo de sosiego, pero el heleno, prodigioso en la lucha y capaz de llegar a todos los rincones y a todos los ataques, no abandonó en el tercero e incluso volvió a subir de nivel. Es, con 20 años, el número nueve del mundo y vaticina tiempos estupendos, con el desparpajo suficiente como para no amilanarse ante nadie, ni siquiera ante el propio Nadal en Madrid. Se puso con 5-2 y servicio en el tercer set y, aunque falló en la primera oportunidad, acabó cerrando una victoria prodigiosa al resto, un premio que le permite disputar la final ante el mismísimo Novak Djokovic. Ni siquiera la épica acompañó esta vez a Nadal, que sigue con el palmarés cero en este 2018.

De Deportes http://bit.ly/2HgE13s

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