Cerca de Canarias, a mirad del Atlántico y al norte de Bermudas, se encuentra una «ciudad perdida» formada por una serie de especies que habitan en la oscuridad de un kilómetro por debajo del superficie no iluminada por el sol. Es un caso donde la naturaleza ha construido una metrópolis de piedra caliza. Torres tan altas como rascacielos que albergan masas de caracoles, cangrejos y mejillones. Las torres se forman a medida que los minerales se precipitan del chorro de agua caliente y alcalina. Los respiraderos hidrotermales que hay a lo largo del fondo del océano se comenzó a descubrir en el año 2000. Frank Postberg, que dirige la evaluación de los espectros de masas desde el polvo cósmico de Cassini; Gabriel Tobie es un científico planetario francés que comenzó a estudiar los interiores de lunas heladas después de la misión Galileo de la NASA a Júpiter; y Thorsten Dambeck, físico y escritor de ciencia alemán que se centra en astronomía, sostiene que «naturalmente» la posibilidad «de vida extraterrestre atormenta a los científicos». Vida Los científicos sostienen que el caso de la vida submarina que existe en línea recta al oeste desde Canarias, hasta llegar a mitad del Atlántico, se debe «al ingrediente más importante para la actividad hidrotermal es obviamente calor» y sirve de modelo meditar si hay vida extraterreste cuando se analiza, por ejemplo, la luna más cercana a la Tierra que hay en Júpiter. Para los expertos, los respiraderos hidrotermales en el fondo marino soportan ecosistemas y pueden haber nutrido la vida en sus orígenes. El Hierro En octubre de 2011 tuvo lugar la primera erupción volcánica submarina en los últimos 500 años de la historia volcánica de Canarias. El volcán submarino de la isla de El Hierro emitió al océano una gran cantidad de materiales del manto terrestre, así como gases y calor que perturbaron significativamente las propiedades fisicoquímicas de las aguas que rodean la isla. Este hecho sin precedentes permitió a los investigadores oceanográficos tomar muestras para evaluar el efecto de este tipo de fenómenos volcánicos en los microorganismos marinos, en particular en las comunidades planctónicas bacterianas y arqueas, un componente esencial de la red alimenticia marina. La comunidad bacteriana aumentó la abundancia y la actividad relativa, pero redujo su diversidad y se observó un cambio en la composición de las especies. Tres meses después del inicio de la erupción submarina, los efectos en el plancton ya no eran visibles y las comunidades volvieron a la normalidad. Imagen 3D de los depósitos de transporte en masa provenientes de la Provincia volcánica de Canarias - IGME Casi 14 millones de años La misma actividad volcánica que hizo emerger del Atlántico las islas Canarias y construyó a su alrededor decenas de montes submarinos comenzó a desmoronarlas hace 13,5 millones de años. La revista «Earth and Planetary Science Letters» ha publicado en su versión en línea un trabajo del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que corrobora que en Canarias los volcanes no solo construyen enormes islas (el Teide es la cúspide una montaña de 7.500 metros si se mide desde fondo del mar), sino que también las destruyen. La literatura científica sobre los megadeslizamientos de terreno en Canarias ha sido relativamente abundante en los últimos años, porque se trata de fenómenos que a veces han dejado una huella evidente para cualquiera que visite las islas y otras, menos visible pero muy reveladora (como los sedimentos encontrados en la llanura abisal de Madeira). Tsunamis El Hierro perdió el 40 % de su volumen emergido en el último de ellos, el de El Golfo, hace 23.500 años. El trabajo que publican este grupo de investigadores, encabezado por Ricardo León y Desirée Palomino, aporta detalles novedosos sobre cómo ha sido ese proceso y lo vincula por primera vez de forma fehaciente con la actividad volcánica. El IGME y el IEO han documentado que en la vertiente oeste de Canarias existe un enorme sistema de flujo de sedimentos procedentes de deslizamientos gravitacionales ocurridos en las islas (tanto por encima como por debajo del nivel del mar) y también en los montes submarinos. Sus dimensiones lo convierten en uno de los mayores del planeta: tiene 850 kilómetros de ancho por 750 de largo. Esos grandes deslizamientos de terreno comenzaron hace 13,5 millones de años, en el Mioceno superior-medio, un momento que coincide con uno de los episodios de máxima actividad volcánica en las Islas Canarias. Es la primera vez que se evidencia este hecho en el fondo submarino al pie de las islas y corrobora esa relación entre actividad volcánica-deslizamientos submarinos que se había inferido a partir de los sedimentos turbidíticos en la llanura abisal de Madeira. El artículo revela además que en los montes submarinos situados al suroeste de Canarias pudo haber una reactivación volcánica, o tectónica, entre el Mioceno y el Cuaternario, mientras que hasta ahora se pensaba que esos montes eran inactivos desde el Cretácico superior; es decir, desde hace entre 100 y 80 millones de años. Avalanchas El sistema que transporta los sedimentos provocados por los grandes deslizamientos de Canarias ha permanecido activo hasta el Cuaternario, coincidiendo con los episodios de vulcanismo. ¿Provocan esos grandes avalanchas de terrenos tsunamis, como el generado en Indonesia por el Anak Krakatoa? Los autores de este trabajo concluyen que no siempre y no necesariamente con olas de grandes proporciones, porque a veces esos deslizamientos no forman una sola gran avalancha, sino muchas de tamaño menor y repartidas en el tiempo. «Aunque algunos deslizamientos llegan a generar un devastador tsunami como en el reciente suceso de Indonesia, otros, afortunadamente, son tan pequeños como el ocurrido sobre el cono volcánico de Tagoro, durante la erupción submarina de La Restinga (El Hierro) de 2011, del que no se detectó ninguna consecuencia», añade el IGME. Este organismo defiende que las conclusiones de este estudio «obligan a revisar y actualizar los sistemas de alerta de seguridad como el «Protocolo de avisos sobre fenómenos susceptibles de generar maremotos», que no contempla la actividad volcánica como «un fenómeno potencialmente tsunamigénico, además de no existir sistemas de alerta para su detección».
De España http://bit.ly/2HOLZBp
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