
Va avanzando Rafael Nadal en este Mutua Madrid Open, y la mejor noticia es que lo hace sin complicaciones, aparentemente regenerado después de superar, en palabras suyas, un bajón mental por todos los contratiempos que le han castigado esta temporada. Dice que hace dos semanas no se veía con las ganas que tiene ahora, y es cierto que aquí, en la Caja Mágica, saca más el puño y se le ve más animado, convincente para superar a Frances Tiafoe (6-3 y 6-4) y plantarse en cuartos de final, en donde le espera Stan Wawrinka. Después de aleccionar a dos jovencitos que pretenden hacerse un hueco en las alturas, el balear vuelve a cruzarse con un viejo conocido, peligroso siempre Wawrinka y que, además, lo está haciendo bastante bien (ganó a Nishikori). El duelo de Tiafoe tampoco dio para sacar conclusiones muy serias, pues Nadal tuvo la exigencia justa, pero sí merece la pena destacar algún aspecto. El primero es que el sonido de su raqueta parece afinado, bien en el golpeo y sin errores de bulto como en las semanas anteriores. Va la derecha y el revés coge vuelo, ingredientes fundamentales en su libro de estilo. El segundo, su saque, más seguro y efectivo que de costumbre. Concedió poquísimo ante Felix Auger-Aliassime con el servicio (11 puntos) y repitió patrón ante Tiafoe (10), desbordado y sin recursos. En el primer set, el estadounidense únicamente sumó cuatro puntos al resto, y al mallorquín le bastó con un break en el cuarto juego para desnivelar la balanza. Hubo algo más de pelea en el segundo capítulo, en buena parte porque Tiafoe soltó algo el brazo y se propuso prolongar la velada. El norteamericano, de 21 años, tiene un estilo poco vistoso, cero bonito, pero le pega fuerte y si se la juega a tiros puede llegar a ser peligroso. El problema es que ese riesgo puede derivar en errores de bulto, y todavía está por pulir. Tiafoe tuvo su momento y se ganó una bola de rotura en el cuarto juego, seguramente el momento más delicado de Nadal en toda la noche. Al escapar de esa trampa en un punto estupendo, el mallorquín estalló con un «¡Vamos!» liberador, pues justo antes se le había amonestado por excederse con el tiempo permitido (25 segundos) para sacar. Superado el susto, el campeón de 17 grandes se aplicó y le puso una marcha más al encuentro. Van las piernas, hay energía. Ese tímido renacer de Tiafoe duró poquísimo ya que inmediatamente después se escapó el español de manera definitiva. Igual que en el capítulo anterior, con un break fue suficiente y Nadal alzó los brazos después de una hora y media de pulso, contento por cómo le están yendo las cosas. Se va gustando en la Caja Mágica, pero ahora llegan las curvas. Además, el número dos del mundo jugará de noche contra Wawrinka (no antes de las 21.30 horas), un horario poco habitual para él.
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