Rafael Nadal se puso la noche del miércoles el traje de oficinista en la central del US Open para pasaportar a un impotente Vasek Pospisil, en la segunda ronda del «grande» neoyorquino (6-3, 6-4, 6-2). Despachó derechazos, revés cruzados, dejadas y voleas como quien estampa sellos a una pila de documentos. Enfrente tenía a un rival que se anticipaba cómodo y que no rompió las expectativas. Tiene buenos golpes el tenista canadiense: levantó al público con algún «passing» cruzado espectacular y por momentos sirvió muy bien. Pero eso no importa cuando te ponen delante a un rodillo como Nadal, que mina el corazón del más optimista. Pospisil, número 88 del mundo, no era capaz de sujetar el juego de fondo de pista de Nadal, que le movía a su antojo y apuntalaba los peloteos con subidas a la red certeras. Poco más de media hora duró el primer set. Apenas comenzó el segundo set, el oficinista se fue a por un pincho de tortilla y un café. Nadal, contra su principal característica, perdió algo de tensión e hizo soñar al respetable neoyorquino con algo más que un paseo. Perdiendo 2-3 en la segunda manga y con su saque, el número uno del mundo encadenó errores y despistes: midió mal una bola que creía que se escapaba por el pasillo de dobles, y entró; falló una bola fácil a media pista, cometió una doble falta y Pospisil le rompió el saque en blanco. Ante el 2-4, Nadal se volvió a colocar la chaqueta, se sacudió las mangas, dio un portazo a la puerta del despacho y se lanzó a tramitar papeles e impresos. Encadenó cuatro juegos seguidos, tres de ellos en blanco, para dar la vuelta al set. «En el segundo set, he tenido dos juegos malos con mi servicio. A partir de ahí he tenido que amarrarme, irme un poco más atrás al resto, meter más bolas dentro y subir el nivel de intensidad», explicó después en rueda de prensa sobre lo ocurrido. «Por suerte hoy ha salido bien, hay que intentar no llegar a esta situación». El resto del partido, Nadal no aflojó el pistón. Pero Pospisil se lo puso más fácil, con palos desesperados que se iban por el fondo, fallos con el saque y errores groseros. Acabó como un muñeco roto en manos del de Manacor. La próxima cita será el viernes contra el ruso Karen Khachanov, un tenista con mucho más peligro que nombre y que no ha cedido un solo set en las dos primeras rondas.
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