domingo, 8 de abril de 2018

La brillante historia de éxito del canario de Andrés Rodríguez y su medio siglo en la agricultura

El vicepresidente del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, de Coalición Canaria (CC), estrechó este fin de semana la mano de Andrés Rodríguez y le agradeció sus 50 años de años de presencia y defensa de la agricultura de las islas a través de las flores. Rodríguez, conocido como «Andrés el de Pacho María», es un agricultor galdense con olfato que ha resistido los embates del modelo de integración agraria de las islas en la UE y no dejar la agricultura en favor de la construcción de casas. Con la llegada del euro, empresas extrajeras se fueron de las islas por el coste de las exportaciones. La llegada del Brexit es posible que genere un cambio en este asunto. Rodríguez se mantuvo por el empleo que generaba ya que el margen de beneficio era muy reducido. Hace nueve años Feldhaus cerró Pelfi y Grandiflor. Valleflor, Valsequillo, también cerró. Reino Unido, Holanda, Canadá y Estados Unidos eran destinatarios de las exportaciones canarias. Empresas que se marcharon de Canarias a Kenia o Tanzania arrendando tierras a 90 años a bajo coste y con salarios bajos ahora, tiemblan. A la seguridad jurídica de Canarias también ha ayudado que el IGIC a la exportación de flores se haya mantenido en un 3%, un compromiso que el sector pidió a la consejera canaria de Hacienda, Rosa Dávila, y que ha cumplido. El sector de las plantas y flores en Canarias cuenta con protección; pero siempre ha sido un mercado de futuros muy violento por las oscilaciones de divisas, precios del agua y cientos de variables logísticas que la cabeza de Andrés Rodríguez ha sabido interpretar sin escuela de negocios alguna en este medio siglo. Comenzó a trabajar con unos 16 años y, desde entonces, no suelta el sacho. Ese norte En la zona norte de la isla, las flores o sector tomatero eran gestionadas en El Cardonal, Gáldar, o Anzofé, Guía, por promotores como Andrés Rodríguez. Pero la mano de obra era cosa de las mujeres producto de la violencia económica que sufrían. Ellas gestionaban la casa y la educación de sus hijos al tiempo que trabajaban. Todavía Rodríguez solamente quiere la disciplina e inteligencia de mujeres de la zona que, además de trabajadoras, siempre han sido socias en el reparto de beneficios basados en la honestidad y ética. Fue el primero en implantar un modelo de Responsabilidad Social de trabajo a pesar de las presiones que recibía para no generar su réplica en otras fincas. Trabajadoras En el norte de Gran Canaria la agricultura ha estado marcada por trabajadoras como Celestina Sánchez, Argelia Mendoza Gil, María Teresa Molina León, Inmaculada Padrón Díaz, Juliana Molina Díaz, Nazárea Padrón Díaz, María del Carmen González Mendoza o María Dolores Pérez Gil. Apellidos que pone de relieve que todas eran familia directa o indirectamente. Se trata algunas de las mujeres, procedentes de zonas como Los Quintanas, Caideros o Agazal, que constan en la Seguridad Social como trabajadoras de empaquetados de tomates o producción de flores y memoria viva de estos cultivos en el norte de Gran Canaria. Hoy el noroeste de Gran Canaria dispone de un índice de titulados universitarios altísimo para la población que tiene y su economía se basa en sector agrario y servicios. Embarque de productos frescos junto a un avión chárter alemán - ABC Toca el valor añadido A pesar de las dificultades, Andrés Rodríguez no cedió ni un metro de espacio en defensa de la «producción indígena» cuando mucho suelo era más atractivo en el ámbito industrial o inmobiliario. Andrés Rodríguez ha cultivado y exportad0 flores canarias con el respaldo del capital holandés de la familia Straathof en las tierras de José Samsó, las que dirigía Jonh Graham en las fincas de Mr. Leackok y los dominios de los Bravo de Laguna. La alianza con Straathof ya va pro la segunda generación. Andrés Rodríguez, con sus 66 años, sigue en el negocio porque es autónomo. Pero los años han pasado. Atrás han quedado los tiempos en los que su esposa María Venancia Tacoronte e hijos Raúl y Josué veían salir a Andrés Rodríguez de madrugada a fin de colocar la producción en los aviones para Holanda y Alemania. Los vuelos salían a las siete de la mañana pero era preciso facturar cuatro horas antes. A las 12 del mediodía, esas flores ya estaban colocadas en tiendas, restaurantes y hoteles de Europa occidental. Ahora En lugar de exportar y llevar personalmente las flores al Aeropuerto de Gran Canaria, cuando empleaba las bodegas de los aviones de LTU, Hapag-Lloyd, Air Berlin o Condor, la empresa genera talento para comercializarlo entre pequeños agricultores de la zona. Y de eso se encargan Raúl, el hijo, y Maite, su esposa. La experiencia les ha llevado a una producción más especializada en 1.000 metros cuadrados en Gáldar con 300 metros cuadrados en tres naves. La idea ahora no es exportar. Es generar conocimento a través de semillas sostebibles con el medio ambiente y de valor añadido para que la agradecida tierra canaria no pierda espacio. Ahí, el papel de la familia Straathof, presente en decenas de mercados europeos, es clave para la sostenibilidad de aventura que ya dura medio siglo.

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