viernes, 13 de abril de 2018

Espasmos del Atlético

El Atlético sigue en la Europa League con sudores fríos, lánguido y entre espasmos. A ese estado llegó después de un pésimo partido en Lisboa, ante un Sporting inyectado de sangre que marcó en el primer tiempo y lo tuvo amenazado siempre. Jugó mal el equipo de Simeone, lo cual no es mucha novedad. Tampoco tuvo acierto defensivo y eso sí es noticia. Oblak volvió a demostrar que es el mejor portero que ha habido en el Atlético en su historia, inmenso para sostener un andamio que se resquebrajó y se pudo venir abajo. Una lluvia fina se esparce sobre Lisboa y en el colorido José Alvalade el animador del estadio se luce. Suena el «My way» de Frank Sinatra en versión portuguesa. La gente alcanza un grado de entusiasmo que deriva en paroxismo y la escena se convierte en una sinfonía en tonos blancos y verdes. Una coreografía similar al «You’ll never walk alone» de Anfield Road que resulta contagiosa. Por esto o por su desastroso curso que requiere una vuelta de tuerca, el Sporting de Lisboa sale conectado a la electricidad. No tiene nada que perder porque estos días en Lisboa, sus gentes, sus medios de comunicación, la televisión, han profesado respeto y un punto de admiración por Simeone y su Atlético, sus dos finales de la Champions perdidas, su tono jerárquico en Europa. Los portugueses han arrinconado a su enemigo madrileño en un santiamén. Juegan y tocan, van por las bandas, ponen centros potables al área, terminan las jugadas y aquello empieza a adquirir otro color cuando Oblak tiene que ejercer una noche de Supermán. Se estira felino, muy rápido, para despejar a córner un cabezazo de Coates, el que la pifió en Madrid. El Atlético no se estira, Vitolo no cumple la función para la que fue contratado, amagar, fintar, asociarse. Griezmann no aparece. Gabi se siente superado por el centro. Las carreras de Koke y su empuje en busca de Diego Costa no son suficientes para desatrancar a su equipo. El Atlético juega bloqueado al norte de Lisboa. Una noche más, no tiene imaginación en el centro del campo, no hay pases filtradas, faltan sociedades, sobre corsé... Llega lo que parecía probable. El gol del Sporting. Oblak despeja en un escorzo a córner, pero antes asoma la cabeza del colombiano Montero, certera para desviar a la cazuela. Oblak se queja, protesta, todo lo que tiene que hacer él parece decir. Cabezas bajas en el Atlético, que juega fatal, sin ninguna alegría, con problemas de abastecimiento en la calidad, con grietas inesperadas en su propia área. El Sporting había trabajado para el gol, un cabezazo fuera de Battaglia, un poderoso zurdazo de Bryan Ruiz que Oblak zanjó con la mano, un cabezazo de Gelson Martins, más solo que la una... Nada había sucedido cerca de Rui Patricio. Cero. Despojado de incertidumbres, un espectador más frente a un equipo con Griezmann y Diego Costa, más presupuesto que el Sporting, más recursos, más de todo. Fue una primera mitad horrible de los rojiblancos, quien juntaron pasajes de cierta desatención con la habitual carencia en la elaboración. Saltos, brincos, cruce de tibias, más choques, y de jugar muy poco. El 1-0 en el descanso provocó sudores fríos en la parroquia rojiblanca desplazada en buen número a Portugal: había trazas de otro episodio-sorpresa. En la semana de los temblores, el Sporting se había puesto la camiseta de la Roma o la Juventus. La noche aglutinamás ingredientes para un mal presagio: se lesionan Lucas Hernández y Diego Costa. El equipo español sale con otra virtud en el segundo tiempo. No se esconde en la cueva, no deja pasar el tiempo en espera de la nada. Antes de empezar a hablar, chuta tres veces a la portería de Rui Patricio, quien se despierta y cumple. La afición del Sporting aprieta de lo lindo, el speaker enciende a la gente y por lo que se ve, también a los jugadores, que no prestan atención a la lógica del cansancio con el paso de los minutos.. El problema para el Atlético es que ve demasiado a Oblak. El esloveno se lanza al suelo, llega a un poste, salta a ejercer su dominio por alto. Excesivo trabajo para el mejor jugador del Atlético ayer. Torres acude a su cita con el título que le falta, defiende la camiseta con ardor y gallardía pero tambiñén expone sus limitaciones para controlar y dirigir la pelota a su voluntad. El Atlético no solo sufre en defensa por las acometidas voluntariosas de su rival, sino también por lol imprevisto. Griezmann se planta dos veces solo ante Rui Patricio y las falla. «San Patricio», gritan en la grada. Se acaba el padecimiento. El Atlético lo ha pasado fatal, pero sigue en Europa.

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