
Choque de estilos en el Wanda, refrescante sesión sobre las viejas teorías del fútbol. Menotti o Bilardo, la estética o la energía, la técnica o el músculo. Setién o Simeone. Un dilema de siempre que, en noches como la de este domingo, genera afectos y fobias. Una interesante disyuntiva que se resolvió en combate nulo. El Betis jugó mejor, combinó más, gobernó al Atlético en su casa, pero no ganó. Un fotograma más para un clásico de película. Cada vez que un defensa del Betis rifa el balón en la tómbola del juego aéreo, Quique Setién abandona su hierática compostura de brazos cruzados descansados, se agacha y maldice. Nada de esto le sucede a Simeone, cuya actitud en la zona caliente de banquillos es conocida: torbellino de gritos, vendaval de brazos en alto, resorte permanente en erupción para pedir, protestar o agitar. Será verdad que cada equipo de fútbol es un reflejo de la personalidad de su entrenador. El Betis es una traslación en miniatura del guardiolismo. El toque expresado como gusto exclusivo, prohibido el patadón, sepultado cualquier intento de riña de tibias callejeras, el balón rodante por favor, hasta la extenuación o la muerte. Para gustos los colores, el Betis juega a eso. Puede agenciarse la pelota hasta al aburrimiento de las ovejas o deslizar un tiralíneas excelso hacia el gol. Ni una cosa ni otra en el Wanda, porque es necesario un tipo de futbolista para ejecutar tanta pericia. No están Xavi ni Iniesta en el Betis, tampoco Messi. Juega Javi García, trotamundos solvente de técnica garantizada, el ágil Fabián, un extremo a la antigua usanza como Tello (de los de encarar y escapar por un lado, siempre la misma jugada) y el argelino Boudebouz, zurda clarividente, la que más en Madrid. Quique Setién era un elegante centrocampista, lento y claro en sus movimientos, magnífico pasador, calidad suprema. El Betis tardó cuarenta minutos en llegar a Oblak. Lo hizo de cara, directo al gol, pero no estaba Messi o Neymar para transformar la estética en diana. A Boudebouz se la paró Oblak. JaviGarcía la echó fuera. Setién se agachó y maldijo mientras se mesaba el cabello. Duro oponente para el Atlético, cuyo gusto es ganar por avasallamiento, en oleadas, juego abrupto y directo. Thomas falló una cadena de pases en la primera mitad y Vitolo tampoco midió con lucidez sus intervenciones. Así que, sinGriezmann en reposo para el Arsenal, lo mejor del Atlético fue la garra y la potencia de Fernando Torres y el empuje de Gabi, pierna recia para sostener a su equipo. El partido creció en interés porque los dos entrenadores doblaron la apuesta. El Betis engordó la estadística de la posesión, llegó con profundidad hasta Oblak, comprometió la noche para el Atlético. Simeone incorporó a Saúl a una barrera defensiva de cinco que no atinaban a desbaratar tanto toquecito. Loren le dio un zurriagazo al aire en vez de acertar con el gol, Tello disparó al poste en un asedio para el Atlético. Simeone dio entrada a Griezmann y Koke, palabras mayores, nada de perder así porque sí, y el equipo notó la mejoría. Saúl encontró un hueco para sacudir un latigazo al larguero. El Betis aceleró para ganar y también el Atlético. Ambos se quedaron con las ganas. El fútbol es de todos. Y la razón, de nadie.
De Deportes https://ift.tt/2K6lWWD
0 comentarios:
Publicar un comentario