sábado, 18 de enero de 2020

Un excura «ahorró» un millón de euros con ganchos que captaban a viudas ricas

«Se presentó como sacerdote en mi casa, con la sotana y alzacuello clerical. Soy una persona muy creyente y aparentemente solo quería ayudarme como director espiritual». Es la primera denuncia contra el excura David Vargas Pino, interpuesta el pasado 3 de agosto por una anciana adinerada de Barcelona de 91 años, que a punto estuvo de quedar en la indigencia. La mujer llevaba dos años y medio viuda, acompañada por sus asistentas. Vargas, de 46 años, se ganó su confianza; ella le dio llaves de su casa y fue su perdición. Consiguió que despidiera a las asistentas; luego la convenció de que ellas y su hijastro la habían denunciado a Hacienda. Para resolverlo, pagar abogados y «comprar silencios», le pidió joyas y los valiosos cuadros que tenía: entre ellos dos de Rusiñol y uno de José de Ribera, con «continuas amenazas y extorsión». Pero al exsacerdote –fue expulsado de la Iglesia en 2013 tras aparecer en unas fotos en albornoz con un joven semidesnudo– nunca le parecía suficiente. Mientras la anciana pasaba unos días en un balneario arrambló con el resto de joyas y pinturas de la vivienda. Y siguió: quería dinero. La mujer guardaba en una caja fuerte de un banco 150.000 euros. Se lo dio todo. Ya solo le faltaba el asalto final: intentó que cambiara el testamento a su favor, con una renta vitalicia, y nombrándole albacea universal. El notario se alarmó y echó a Vargas del despacho. «Vivo asustada» «Vivo asustada, he cambiado las llaves, pero temo que vuelva a comunicarse conmigo o a personarse en mi casa», termina la denuncia la mujer, que contactó con el bufete Morales Abogados. Estos encargaron un informe al detective Francisco Marco que sirvió para destapar al estafador. «Ha conseguido que otras tres mujeres le donen cuatro propiedades en Barcelona y Sant Vicenç de Castellet», concluía. Los abogados acudieron a los Mossos d’Esquadra a principios de agosto y tres meses después detenían a Vargas. En su atestado explicaban que se acercaba a mujeres de avanzada edad presentándose como sacerdote y ganándose así su confianza. Lograba con razones falsas (evitarles problemas con alguna administración o impedir que alguien las agrediera) que le dieran dinero, joyas, cuadros, pensiones o le cedieran sus casas y le nombraran heredero. Algunas habían muerto. Ante el juez contó dónde estaban los cuadros y alhajas de la denunciante: en un centro de la congregación Hijos de la Sagrada Familia de Barcelona. Allí hallaron joyas, pinturas y lingotes de oro de la mujer. Quedó en libertad el 7 de noviembre, aunque se le bloquearon los inmuebles que tenía y el saldo de las cuentas bancarias. El culebrón «mosénVargas» acababa de empezar. A los cuatro días de su libertad se presentó en el juzgado para contar que «accidentalmente» se había roto el precinto de un almacén de la casa de Sant Vicenç deCastellet (otra donación de una feligresa fallecida). Una mujer de 76 años reconoció que lo había roto ella porque se lo pidió otra anciana de 92 años (identificada) para «ayudar a David Vargas». Un viejo carmelita Su farsa perpetua enredó a desconocidos y a supuestos amigos. Es el caso de un viejo sacerdote carmelita. Confesó que entregó a Vargas 3.000 euros para que se los diera a un guardia urbano a cambio de protección. Luego le daba 300 euros al mes del «cepillo» de la parroquia para lo mismo. Y le abrió el archivo de los Carmelitas en Barcelona de donde el excura se llevó antiguos y valiosos cantorales y 171 pergaminos, que han sido recuperados en la casa de Vargas. La orden religiosa ha denunciado que les faltan más pergaminos y bulas papales. Este carmelita, que lo consideraba casi un hijo, se derrumbó ante los Mossos el 15 de noviembre: guardaba tres maletas de Vargas en un trastero, como le había pedido. Al abrirlas se hallaron tres millones y medio de euros en efectivo, joyas valiosísimas, diamantes y objetos religiosos de los siglos XVII y XVIII. Expulsado de la Iglesia, había hecho del engaño su modo de vida y explotaba el filón del arte sacro como marchante experto. Al saberse descubierto, con sus billetes y joyas en un juzgado, se arrojó de un puente en Barcelona el 18 de noviembre. Al día siguiente se ordenó de nuevo su arresto y más registros donde volvió a encontrarse material del «tesoro» rapiñado por Vargas. El juez lo mandó a prisión un mes después, cuando se recuperó del intento de suicidio. Congregaciones religiosas Los Mossos han identificado dos tipos de víctimas: las ancianas solas y las congregaciones religiosas. Entre las primeras, ingresó a una de 84 años en una residencia de Soria. Le donó dos viviendas y le dio 800.000 euros y unas joyas «para la Virgen del Pilar». Hay también dos hermanas, una de 101 años, de las que logró un piso en Barcelona y está autorizado en una cuenta en la que ingresó 300.000 euros. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas le entregaron unos retablos a Vargas cuando era sacerdote en Sant Vicent para la parroquia. Estaban desmontados en la casa del excura. A los Hijos de la Sagrada Familia les vendió objetos y documentos por 300.000 euros del fundador de la congregación que se creen falsos. El juez señala que se apoderaba de los bienes de sus víctimas de forma «sutil» creando las condiciones adecuadas o inventando «pretendidas persecuciones, expedientes de hacienda o judiciales». Es un embaucador al que todos creían. Ahora se ha imputado a su padre, al carmelita y a una anciana que le «marcó» a otras víctimas. Una red que tejió y que le servía de gancho. Declaró que tenía ahorrado un millón de euros porque es «una persona ahorradora y con buen instinto para las inversiones inmobiliarias». «Yo solo guardaba joyas y dinero de otros», dijo. El magistrado no se lo cree. Crucifijos hallados en otro de los registros - Mossos d'Esquadra «Te cuidaré hasta la muerte» David Vargas Pino nació en Barcelona hace 46 años. Entre 2006 y 2011 ejerció como sacerdote en Sant Vicenç de Castellet, donde tuvo enfrentamientos con los responsables del Ayuntamiento y con buena parte de los fieles. Su entorno alegó que la causa de sus problemas era su oposición al nacionalismo catalán. Pero esa era la excusa. El 18 de julio de 2011 fue apartado de su parroquia y después expulsado del sacerdocio. Se habían publicado unas fotografías en una página de contactos sexuales en las que aparecía en albornoz con un joven desnudo al que abrazaba. Fue el fin de su carrera sacerdotal y la expansión de su carrera criminal. A esas alturas ya había conseguido que una feligresa le donara una gran casa con finca y le nombrara su heredero. La mujer murió y fue incinerada sin que nadie de su familia se enterara. Uno de ellos le denunció por estafa y el cura, a su vez, contraatacó y presentó denuncia por calumnias. El juez de Barcelona que envió a prisión a David Vargas hace un mes cita en su auto algunos de los ardides que utilizaba el «padre» para convencer a sus benefactoras de que le donaran todos sus bienes: «la promesa de cuidarlas hasta la muerte» o «el afecto que nos teníamos de años». Tiene pendiente otro juicio en la Audiencia por estafa en el que le piden ocho años de prisión. Planeaba irse a Brasil. El juez cree que aún puede tener más dinero escondido, tras vender arte sacro en el mercado negro.

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