jueves, 3 de enero de 2019

Lugar para el reencuentro (99): Piedra y voz en Piedrabuena

El pasado día 12 de Mayo tuve la grata ocasión de volver a Piedrabuena, un lugar de La Mancha de cuyo nombre y de cuyo paisaje y patrimonio artístico sí quiero acordarme: tan hermoso lugar siempre estará en mi memoria, y su recuerdo viene enriquecido por un memorable acto, que fue la presentación de la Antología «Piedra y voz. Castillos y poetas de Castilla-La Mancha». La presentación tuvo lugar en el castillo de Miraflores, entre murallas que miran al cielo, vestigios sin techo que nos dieron el privilegio de intervenir entre recios muros y a la vez al aire libre. Y qué aire tan lleno de poesía y amistad se respiraba allí. La Antología, debida a la perseverancia y magnífica labor de sus coordinadores, los reconocidos poetas y escritores Francisco Caro y Pedro Antonio González Moreno, reúne las voces de cuarenta poetas, entre los que se encuentran, naturalmente, ellos mismos, y entre los que me cuento, poetas todos de las cinco provincias castellano-manchegas que, en poemas y escritos en prosa, celebran, cada uno a su manera y en las peculiaridades individuales de su palabra, los castillos de la región, testigos del pasado, de la Historia de la que somos herederos. Quede aquí constancia de mi gratitud y reconocimiento a Francisco Caro y a Pedro Antonio González Moreno: han hecho algo grande. Cada vez que abro el libro me encuentro y me reencuentro con los poemas de queridos poetas amigos, con los que, al menos con un buen número de ellos, tuve la fortuna de reencontrarme en Piedrabuena y de oír sus voces en el acto de presentación. Celebro esta Antología en la que los poetas compartimos voz y la piedra de tantos castillos, legado de una Historia que asimismo compartimos. PRINCESAS EN SAN SERVANDO Éramos yo y mi hermana, San Servando la casa, la guarida: Toledo en la ventana,/ y la noche escondida en la sábana tibia y en la herida/ del pecho que despierta, de la sangre hecha flor y niña loca/ de juventud abierta, en el alma y la boca:/la mujer en la niña se desboca. Mirábamos el puente desde la saetera y de la almena, y abajo la serpiente se hacía río y arena. Alcántara debajo y luna llena. Siete siglos de eso, y algunos años más, que el tiempo vuela. Siete siglos y un beso. Y sin que nada duela, viajé de castillo a covachuela.

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