sábado, 18 de agosto de 2018

Las polémicas vacaciones de Lucía Etxebarría en Gijón

Cuando uno planea sus vacaciones, lo que menos le gustaría es que este tiempo de descanso se viese salpicado por la polémica. Sin embargo, este deseo no se le ha cumplido a la escritora Lucía Etxebarría (51), quien se encuentra pasando una jornada estival complicada en Gijón. A través de su cuenta de Twitter ha asegurado haberse sentido acosada en un restaurante cercano a la playa de San Lorenzo por unas 20 personas que la increparon mientras tres amigas, ella y su hija comían. Queridos @GijonTurismo Acabo de vivir uno de los momentos más desagradables de mi vida en #Gijon y os lo cuento porque si de verdad queréis promocionar el turismo de #Gijon igual deberíais evitar momentos como estos— Lucia Etxebarria (@LaEtxebarria) 15 de agosto de 2018La escritora ha explicado todo lo acontecido en un hilo de la misma red social. Tras asegurara que ha sido uno de los «momentos más desagradables de mi vida», Etxebarría explica el comportamiento de dicho grupo: «borrachos, gritando a berrido limpio y siendo desagradables no, lo siguiente,con la camarera». También asegura que entre los gritos había algún insulto y el ofrecimiento de que «si no te gusta Gijón, te vas». Lucía lamenta profundamente los hechos y no tiene el pudor de calificarlos como manadas y de «matonismo en estado puro». Todo por pedirles, de buenos modos, que cumplan la ley. Hay manadas y manadas Las hay que violan , las hay que acosan— Lucia Etxebarria (@LaEtxebarria) 15 de agosto de 2018Sin embargo, los comensales que estuvieron presentes el miércoles pasado en el local donde acontecieron los hechos relatan una versión diferente. «Nadie la insultó, ni había niñas llorando, ni nadie sacó un aparato para medir el ruido; es todo mentira», ha asegurado uno de los testigos al diario «La Nueva España» en relación a la queja de la escritora de que su hija de 14 años se puso a llorar ante el caracter intimidante de la situación. Este comensal presente aquel día hace referencia al «aparato para medir el ruido» porque Etxebarría también ha relatado a través de Twitter que usaron un sonómetro para medir los decibelios y «el ambiente era insoportable». Tales eran los gritos que en un momento dado hemos sacado un sonómetro ( una amiga es arquitecta). Estábamos a 87 decibelios. A partir de 85 las camareras habrían debido llevar tapones para los oídos, según legislación vigente. El ambiente era insoportable— Lucia Etxebarria (@LaEtxebarria) 15 de agosto de 2018

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