lunes, 20 de agosto de 2018

Este Madrid sabe a lo que quiere jugar

El verano del Madrid se puede resumir en un conjunto de frases como «¿Qué mejora lo que hay?» o «El Mercado tampoco ofrece nada». En las últimas horas se escucha otra, con tono desesperado: «Lo que sea. Que fichen lo que sea». Pero que fichen. Porque la plantilla del Madrid es insuficiente aunque el discurso oficial repita que es «muy completa» o incluso «completísima». El Madrid, a 20 de agosto, recuerda un poco al Arsenal pueril del nuevo estadio. La titularidad de Ceballos era una primera buena respuesta de Lopetegui. Había huecos en la grada, y cambio en la tipografía de las camisetas. La que vimos en pretemporada era horrible. El Madrid empezó buscando a un muy fino Bale. En el 16 remató de cabeza al larguero un pase de Marcelo y en el 20 centró un balón mal despejado por Soria que Carvajal convirtió en el 1-0. El Madrid dejó algunas impresiones en esa primera parte. Juega mejor que el año pasado. Quiere hacerlo mejor. Y con Cristiano se ha ido más que un jugador. Al no haber sido sustituido por un fenómeno similar, queda un agujero en el Modelo. Parece que se ha ido más que un futbolista, que se ha ido una época, un modo de jugar. Adiós a la ética escaqueante de la BBC. Hay presión ahora. El Getafe apenas salió de su campo y sobre todo lo hizo a partir del 35, cuando decayó un poco el Madrid y hubo un par de «marceladas». La posesión madridista estuvo entre el 75 y el 80% y con el balón se intuía un sentido. Había una especie de coherencia en la manera de tocar, un concierto. El equipo aspira a la velocidad. Tuvo, eso sí, poca traducción ofensiva. Pocas llegadas, faltó desborde, regate. Isco no superó nunca a su par y Asensio participó en la presión y la construcción pero no desequilibró. Ceballos corrió mucho y apoyó de manera constante. En un par de jugados aceleró todo con primeros toques y en algún momento se quedó atrapado en la presión getafense. Junto a Benzema, provocó una jugada de dos primeros toques en el 36, el momento de mayor velocidad del juego del Madrid. Fue un hito en el partido, un clímax que quizás pasó inadvertido. Sin desborde La vida es sustancialmente injusta, y está por ver lo que hará Lopetegui, pero en esos primeros 45 minutos se vio que hay entrenador y que su Madrid quiere jugar a algo. Se puede disfrutar mucho de ese intento de construcción del juego. Hay fluidez, hay sintaxis, hay propósito. No es un mero pegapases y el madridista debería recordar el último España-Italia como un ejemplo de lo que Lopetegui quiere hacer con Isco y Asensio. Con Zidane siempre había un momento en el que el rival jugaba demasiado en el Bernabéu. No hubo ni un partido en el que no se pensara que el otro equipo era mejor desde algunos puntos de vista. No sucedió con el Getafe. No sucedía. Faltaba, eso sí, desborde, ruptura, la individualidad descollante. Asensio a veces no se sabe si va a ser Raúl o va a ser Guti, Isco no salió nunca de su ruleta, apenas Marcelo, también flojo, y Bale se fue apagando un poco con los minutos. Benzema estuvo activo, despierto, muy responsabilizado. El Madrid llegó al descanso sin haber sufrido defensivamente, sin haber necesitado de Keylor, con mucha pelota y un ritmo de juego más que digno. En eso había sido importante Ceballos, que corre mucho y suelta rápido. La segunda parte despejó una duda: Asensio estaba. Presionó a Djené robó y le dio el pase a Bale, que remató bien de primeras el 2-0. Ojo a Benzema, que había acudido eficientemente al remate en los dos goles. En los dos compareció. Asensio tuvo un palo minutos después en un tiro diestro y Nacho gustó abortando lo poco que en largo hacía el Getafe. Ramos es sonoro, cascabelero, Nacho es silencioso. Aunque Isco no está en forma (salió Casemiro por él en el 57) hay algo entusiasmante en la «CIA», en su trío con Ceballos y Asensio. Bordalás metió a Mata para doblar la delantera y luego al hábil Alejo, pero no tenía ocasiones el Getafe, no llegaba. El Madrid estuvo serio y, en el 71, Nacho evitó el posible remate de Ángel. Luego en el 74 hubo una buena ocasión entre él y Alejo. Nada más. Asensio reclamó penalti en una contra, pero aun no aparece en el área. Todos los remates los hace Bale. La dependencia de Bale es absoluta. Cuelga el Madrid de sus fibras musculares. Se fue ovacionado y por él entró Lucas y no Vinicius, algo decepcionante para el público que necesita novedades casi tanto como títulos. El Madrid deja sensaciones extrañas. Algo falta, algo se ha ido que no es solo Cristiano, hay un sovacón que es de Modelo. Si no hay otro Cristiano, tiene que haber plantilla, dos por puesto. Esa clase media que en otras épocas (Primer Florentinismo) no se quiso fichar. Junto a ello se adivina que hay entrenador y un adecuado patrón de juego. Lopetegui merece apoyo y el apoyo sería un fichaje por línea. Alguien para el sector izquierdo de la defensa (lateral o central), un medio que cubra la baja de Kovacic y hable el mismo lenguaje ya casi hegemónico en la media madridista, y el delantero que todo el mundo espera. Mientras tanto, todo depende de Bale. Su año 2018 es para mirarlo con detalle. El foco debería empezar a dirigirse a él.

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