martes, 7 de mayo de 2024

Un desengaño más para Mbappé, otra vez sin final de Champions

PESTAÑA psg-dortmund-semifinal-vuelta-2023/24 Crónica 4 Pancartas gigantes dan volumen al sueño de los parisinos en el Parque de los Príncipes, antes de medirse al sorprendente Borussia Dortmund que palidece en la Bundesliga y brilla en la Champions. Son muchas decepciones para Qatar y su sede en París, ese equipo que a unos deslumbra por el fulgor de sus estrellas y a otras enfurece por la implantación de su majestad el dólar como pasaporte en el fútbol. Trece temporadas ya de colonización sin el premio mayor, la Champions. El partido amanece con el viento rotundo del PSG al abordaje. Es la receta conocida de Luis Enrique con algo más de vigor que aquellas secuencias mortecinas de la selección, pases al cubo sin ninguna intención. El PSG presiona con ímpetu a los alemanes, acosa al portero en la salida del juego, recupera con prontitud, busca la danza por sus extremos donde Mbappé y Dembelé asoman amenazantes. Todo ese deseo, esa liturgia que se adquiere con años, poso y amarguras, se traslada al césped, donde la escuadra de Luis Enrique impone el paso en quince minutos de energía y trasiego. Aguanta la embestida el Dortmund, entre otras porque no ha aparecido Mbappé escorado a la izquierda, su lugar favorito. Trastea Dembelé con ración alterna de aciertos, también Achraf por la derecha , nada que ver con el lateral que asombró en el Mundial 2022. Es un acoso a coletazos, ráfagas de entusiasmo que no se corresponden con el juego. El Borussia Dortmund expone su plan. Defensa cholista, rápidos contragolpes, balones a Jadon Sancho para exprimir su habilidad y centros a la cazuela donde Fullkrug reparte juego con inusitada habilidad de espaldas a Donnarumma. Llegan las ocasiones alemanas, Adeyemi, Ryerson y de nuevo Adeyemi en el mejor intento: un eslalon de perfecta conducción que saca Donnarumma de un manotazo abajo. Al menos en la primera parte, la parada de la noche, un antes y un después que pudo cambiar la eliminatoria. Como un resorte replica el PSG, encabezado por un Vitinha imperial todo el partido. Lo hace con Mbappé, que abandona posiciones blandas para levantar el dedo. Su primer descenso en canoa acaba con un tiro alto, mal dirigido de Dembelé. Luego un trallazo de Fabián que rebote en un germano y pasa cerca del gol. La eliminatoria queda señalada, un puñal en París, con el cabezazo de Hummels . Un canto al vacío, a los años de amargura de Qatar en el PSG. El central solo, Lucas Beraldo a medio mundo, Donnarumma guarecido bajo el travesaño, miedoso para imponer sus casi dos metros, el gol destroza el ánimo del PSG. No es una semifinal, es ese trayecto sin contenido más allá de la liga gala. Mbappé, intrascendente Había rematado Zaire-Emery al palo en un sonido que tuvo algo de angustia. Luis Enrique llenó el campo de gente ofensiva, Marco Asensio, Barcola, Kang In Lee, mientras su opositor en el banquillo reforzaba su idea de protección. Un defensa más, Sule, hasta completar cinco en línea que a veces eran seis para defender ese gol como un tesoro . Por momentos, Mbappé tenía tres zagueros en sus inmediaciones, y como delantero centro se difuminó con el paso de los minutos. Su influencia en el partido resultó escasa, demasiada flojera para el mejor jugador del mundo. El Dortmund no quiere saber nada del partido, sus jugadores sufren vahídos constantes, hay diez jugadores por detrás de la pelota, Nuno Mendes dispara al poste izquierdo, Mbappé la estrella contra el larguero, Vitinha también golpea al travesaño, cuatro palos ya, no es la noche que rescatará de su dolor al mundo de los petrodólares .

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