miércoles, 29 de mayo de 2024

Davide Ancelotti: «Soy muy duro con mi padre, le regaño y me encanta desafiarle»

Aparece pasadas las 13.00 horas, treinta minutos después de terminar el entrenamiento. Llega con gesto un tanto serio y su mirada proyecta cierta timidez, pero se irá con una sonrisa. Davide Ancelotti (Parma, 22 de julio de 1989) no está acostumbrado a dar entrevistas. De hecho, es la primera que concede a un medio español en los tres años que lleva ejerciendo de segundo entrenador del Real Madrid, pero no rehúye ninguna pregunta. Todo lo contrario. El hijo del jefe es tan bueno sobre el verde y la pizarra, como dando explicaciones. -Un chico de Parma casado con una chica de Mairena del Alcor (Sevilla). Interesante mezcla. -Mi mujer me compensa mucho. Yo soy una persona muy calmada y tranquila, y ella es muy pasional. Se relaciona con todo el mundo. Al principio me costó mucho entenderla, y aún me cuesta. Cuando me manda un mensaje de voz no lo puedo acelerar. Lo tengo que escuchar entero porque si lo pongo a velocidad dos no lo entiendo. Con mis hijos (los mellizos Lucas y Leonardo, nacidos en 2019) hablo ya casi más español que italiano, pero si a ella la acelero no la entiendo (risas). -¿Van mucho por la tierra de su mujer? -Sí. Yo cuando estoy de vacaciones siempre ando por aquella zona. Cuando termina la temporada suelo ir por Cádiz: Rota, Chiclana, Sancti Petri, Conil… Buena zona, buenas playas y se come muy bien. Infancia «Mi padre me transmitió la pasión por el fútbol. Estar desde pequeño dentro de un vestuario es un privilegio» -¿Cómo es la infancia de un niño cuyo padre es una estrella del fútbol? -Mi padre me transmitió la pasión por el fútbol. Estar dentro de un vestuario desde pequeño es un privilegio. Lo empezó a hacer cuando dejó el fútbol en 1993 y empezó a entrenar en la temporada 1994-95. Ahí es cuando me nació la pasión por el fútbol. -Jugó como centrocampista en las categorías inferiores del Milan, llegó hasta el equipo Primavera y tenía una buena zurda, pero nunca llegó a la élite. ¿Por qué? -También jugué una temporada en Segunda B. Fue poco, unos quince partidos. Solía ser suplente. No me veía futuro como profesional del fútbol. Es decir, si hago la carrera que creo que iba a hacer y llego al final de la misma, a la edad que tengo hoy, no sé qué iba a hacer luego. Entonces, como siempre me había interesado ser entrenador más que futbolista, me dije 'bueno voy a estudiar y acumular experiencia'. Luego, tienes la suerte de que tu padre te da la confianza y empiezas a su lado. Y, ahora, tengo la experiencia de doce años que no hubiera tenido si hubiera seguido jugando al fútbol. Estoy contento con el camino que elegí. Davide, riéndose durante la entrevista de san bernardo -Se licenció en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, logrando la máxima nota en su tesis: el uso de la metabolimetría en la evaluación funcional del futbolista de élite. Fue el mejor de su promoción en el curso de entrenador de licencia A de la UEFA. Y, encima, es políglota: habla italiano, castellano, inglés, francés y alemán. Normal que Ana, su mujer, diga que es un superdotado. -(Risas) Bueno, cuidado que se puede malinterpretar. Siempre he intentado esforzarme al máximo en todo lo que he hecho. Las expectativas me han metido presión, pero me han ayudado a esforzarme en lo que hacía y luego los resultados dirán si lo hago bien o no. Como le he dicho antes, he tenido la suerte de que mi padre siempre me ha dado la confianza cuando a lo mejor no estaba tan preparado, y eso te hace crecer. Cuando alguien te da una responsabilidad y la sientes como tal, entonces mejoras. Cuidado con los detalles «No he sido fútbolista profesional y soy el hijo del entrenador... Entro muy poco al vestuario porque sé que puedo ser una figura invasiva» -¿No haber sido futbolista de élite provoca recelos en un vestuario? -No haber sido futbolista y ser el hijo del entrenador, al principio puede ser perjudicial para ti. La gente sabe que eres el hijo del entrenador y que no has jugado al fútbol, pero con el tiempo se puede ganar la confianza del vestuario. Yo siempre trato de relacionarme primero con las personas. Soy como mi padre en ese sentido. Me ha educado él y tenemos un carácter bastante parecido. No es que yo tenga una estrategia especial. Simplemente, entro muy poco en el vestuario. Hablo mucho con los jugadores fuera de él, en el gimnasio, en el campo, pero paso muy poco por el vestuario porque sé que puede ser una figura invasiva. Un segundo, hijo del entrenador, que pasa mucho por ahí… Yo tengo cuidado con estas cosas, pero el resto de cosas se hacen con naturalidad. Tengo una edad cercana a muchos de los jugadores y trato de darles las informaciones justas. Trato de no llenarles de ruido, y al final si el jugador ve que en el campo pasa algo que tú le has dicho ahí te ganas la confianza. Si no es así, entonces es más difícil. -¿Ha tenido que escuchar muchas veces que está donde está por ser el hijo de? Que es un enchufado, vamos... -Sí, sí. En todos los sitios dónde he estado. Quieras o no quieras, el mundo a veces funciona así. Yo entiendo que desde fuera se pueda pensar esto, pero no lo puedo controlar, -¿Le molesta? -Claro. Me molesta y me duele que piensen que soy un enchufado, pero yo tengo que centrarme en mí mismo y no pensar en esto. Trato de evitar las malas críticas. Por eso no tengo redes sociales, porque me afectan. Entonces, ¿para qué tenerlas? Yo sé que hay de todo en las redes sociales y que hay jugadores que tienen que cerrarlas. He preferido no tenerlas y he tratado de no pensar en las críticas para centrarme en lo que tengo que hacer. Acusaciones de nepotismo «Me molesta y me duele que piensen que soy un enchufado de mi padre. Por eso no tengo redes sociales. Me afectan» -¿Cómo ha gestionado este tema con su padre? ¿Le preocupaba que los jugadores pensaran que era el hijo del jefe y le miraran mal? -Cuando empecé a trabajar con él, yo tenía estas preocupaciones, pero él nunca las tuvo. Es que, al final, también podría afectarle a él el decidir meter a su hijo en el cuerpo técnico. Lo que pasa es que siempre ha tenido tanta confianza en mis capacidades que, de un modo u otro, siempre he intentando recompensárselas. -¿Cómo se dirige a él cuando están trabajando? -En el grupo, en los entrenamientos, cuando estamos delante de los jugadores, me dirijo a él como míster. Pero cuando estamos en una reunión del cuerpo técnico o en una reunión a solas, me dirijo a él como papá. Lo hago con total naturalidad y soy muy duro con él. Me paso porque quiero ser desafiante con él. Soy como un hijo con su padre. Imagino que usted con su padre no tendrá muchos problemas cuando quiere decirle algo. Esto es una ventaja para un segundo porque yo no tengo esa barrera que pudiera tener un segundo entrenador con su primero. Yo soy muy desafiante con mi padre, con sus ideas y con lo que piensa. Y el resto del cuerpo técnico también es así. Tenemos esta relación con él que viene de lejos. Francesco, el otro asistente, es como si fuera su sobrino. Es el hijo de Giovanni Mauri, que estuvo trabajando con él veinte años, y Francesco empezó en el cuerpo técnico a la vez que yo. No tenemos ningún problema en discutir con él. -¿Entonces, usted le regaña más a Carlo que Carlo a usted? -Sí, sí. Absolutamente sí. Mi padre, como padre, nunca ha sido un padre estricto. Siempre me ha dejado mucha libertad. -¿En qué ha cambiado Davide desde su primera etapa en el Madrid (2013-2015, en la que ejercía de ayudante de Giovanni Mauri), al Davide de esta segunda etapa? -Ha sido progresiva la evolución. Cada paso que he hecho me ha enriquecido mucho. Empecé como preparador físico en la cantera del PSG y luego en el primer equipo como recuperador. He hecho un poco de todo en estos once años. Y la experiencia que he adquirido me da la posibilidad de poder confrontarme con otras figuras que están en el club. Desde un fisio, a un nutricionista o a un doctor. Y eso me ayuda mucho. Es verdad que mi padre es un técnico muy observador en el entrenamiento y en el terreno de juego, pero me deja mucha responsabilidad. Su rol como segundo «Mi padre es un técnico muy observador en el entrenamiento y en el campo, pero me deja mucha responsabilidad» -Dicen que usted es un obsesionado del fútbol, de su profesión. -No lo vivo como una obsesión. Es verdad que dedico muchas horas al trabajo porque es lo que me gusta, y no me cuesta. Lo que hago es un privilegio, y más en un club como el Madrid donde tienes todos los medios para trabajar lo mejor posible. Soy un enamorado del fútbol, eso sí. Me gusta ver partidos e informarme sobre jugadores, sobre todo si son jóvenes. Cuando jugamos contra un equipo y me gusta un jugador, sigo su evolución. Entonces, en este aspecto sí que se me puede considerar una obsesión positiva. -¿Cuántas horas de trabajo echa? -Los miembros del cuerpo técnico llegamos a las 08.00 y nos vamos a las 16.30. Es como trabajar en una oficina, porque al final el trabajo de campo es solo el 20% de nuestro trabajo. Jugando cada tres días es más una tarea de vídeos, reuniones, reuniones individuales con los jugadores... -¿Un segundo entrenador tiene que molestar lo menos posible o tiene que ser muy intervencionista? -La figura del cuerpo técnico y, sobre todo, la de un segundo, debe ser una figura muy desafiante. Que ponga en duda cualquier cosa hasta que se llega a una decisión. Ahí es donde termina mi trabajo. Luego, yo entiendo muy bien cuando hay margen o no para molestar a mi padre, pero lo importante es que él haya madurado esta decisión sopesando la opinión mía y del resto de asistentes. -¿Una mala decisión suya o, de algún miembro del cuerpo técnico, que la lleva adelante Carlo, luego es reprochada o la asume como propia? -No, para nada. Una vez que se llega a la decisión se respeta. La decisión la toma él. Él es el máximo responsable. Nunca se hace algo que yo digo y que él no está de acuerdo. Eso no pasa. -Hay una imagen en la vuelta de semifinales ante el Bayern que se ha hecho viral. Fue en el minuto 75, cuando se acerca a su padre y le aprieta para que no demore más el cambio de Joselu. ¿La ha visto? -Sí, sí, pero yo creo que se ha magnificado. Es algo habitual entre nosotros. Era un cambio que ya estaba pensado, madurado. Yo me levanto bastante en la última media hora de los partidos porque sé que él está pensando en otras cosas. Entonces, me levanté para decirle que era el momento de cambiar, pero no porque en ese momento se me ocurriera el cambio de Joselu. Joselu estaba calentando, era un cambio que queríamos hacer y ese era el momento. Davide, en el entrenamiento del pasado lunes en Valdebebas de san bernardo -¿Cuánta responsabilidad tiene usted en la tanda de penaltis del Etihad? -Mire, me pasa el papel Francesco a falta de dos minutos para el final de la prórroga y me dice 'pon a cinco'. Los pongo, se acaba el partido, se lo enseño a mi padre y me dice 'vale'. Luego voy uno a uno. Puse primero a Jude y después pensé 'Luka tiene más experiencia así que pongo segundo a Jude y primero a Luka. También había puesto a Militao cuarto y Federico quinto. Mili me dice que no, y tenía razón, porque Ederson le conoce y ya le había tirado penaltis. Y Fede me dice que está agotado. -¿Qué hizo entonces? -Nosotros practicamos los penaltis en los entrenamientos porque tú tienes que tener una idea de la gente que no sabes cómo tira los penaltis. Así que ahí elijo a dos personas que tienen experiencia, que han vivido momentos de mucha presión y que sé que los penaltis los tiran bastante bien. Pues Nacho y Antonio (Rudiger). Antonio, el último, porque tiene mucha personalidad, huevos. Y salió muy bien. -Y Lunin, claro. -Esa parte de preparación es de Llopis y de los consejos de los compañeros, porque al final los jugadores entre ellos se conocen. Por ejemplo, en la selección han tirado penaltis con uno y saben más o menos dónde te puede tirar… Y luego él es un chico muy frío. Vale, tú puedes recibir muchas informaciones, pero él va a lo suyo. Ha tenido muy claro lo que tenía que hacer y lo ha hecho muy bien. La despedida de Kroos «Soy una persona emotiva, sensible, como lo es mi padre. Tengo lágrima fácil. Toni es un jugador especial y ese momento fue emotivo» -¿Qué significan sus lágrimas del pasado sábado en la despedida de Kroos? -Toni es un jugador especial. Una figura muy importante del Madrid. Soy una persona emotiva, sensible, como mi padre. Tengo lágrima fácil. Y ese fue un momento muy emotivo. -El sábado, final de Champions contra el quinto de la Bundesliga, un equipo sin estrellas mundiales, con aroma de claro favoritismo en el madridismo... ¿Es una final trampa? -A nosotros esto no nos puede afectar. Esto es una final de Champions. Preparamos el partido como siempre, tratando de dar la información más correcta posible para que los jugadores estén en las mejores condiciones para dar el 120%. No me puedo creer que vayas a jugar una final de la Champions pensando que va a ser fácil. Nosotros desde dentro no podemos pensar esto. Si alguien piensa así no puede estar aquí. -Courtois o Lunin en Wembley ¿Es la decisión más difícil de estos tres años? -Claro que es difícil, porque tienes al mejor portero del mundo y a un portero que se merece jugar la final, pero esa pregunta quizás es para mi padre. Aquí, en este club, siempre hay decisiones que no son fáciles y él tiene la experiencia necesaria para tomarla.

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