
Pablo Longoria, un asturiano de 34 años de ojos curiosos y meteórica carrera, se convertía la semana pasada en el nuevo presidente del Olympique de Marsella, todo un campeón de Europa que pelea por recuperar la gloria de tiempos pasados. El empresario e inversor estadounidense Frank McCourt, actual dueño del club, decidía dar un golpe de timón a la deriva deportiva y social en la que se encontraba el club portuario ascendiendo a Longoria desde la dirección deportiva, puesto al que había llegado hacía apenas unos meses, en plena pandemia. Longoria es el último integrante de un reducido grupo de directivos españoles al mando de clubes extranjeros. Lo que no hace tanto era una excentricidad se va convirtiendo en común...
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