Entre el Comité Ejecutivo Nacional que convocó Pablo Casado dos días después del fracaso electoral en Cataluña y la Junta Directiva Nacional que presidió ayer solo pasaron cinco semanas. Pero en el PP parecen un mundo. El ambiente ayer en Génova era radicalmente distinto, aún con la sonrisa en la cara de los principales dirigentes tras superar las mociones de censura en la Región de Murcia y en Castilla y León, y con la perspectiva de una victoria holgada en la Comunidad de Madrid el 4 de mayo. Las críticas internas que se escucharon hasta hace solo dos o tres semanas, ante un proyecto que algunos sectores en el PP consideraban «confuso» y poco definido, y que incluso mereció las dudas de José María Aznar, se han acallado de golpe. Ayer, en la Junta Directiva Nacional, con unos 300 cargos del partido conectados en directo de forma telemática, no se escuchó ni media crítica. «No ha pedido la palabra ni Cayetana Álvarez de Toledo», comentaron algunos con sorna después de una plácida Junta Directiva Nacional, el máximo órgano interno entre congresos. Ayer solo hablaron los 'triunfadores' de las dos últimas semanas. Es decir: Teodoro García Egea, Fernando López Miras, Alfonso Fernández Mañueco, Isabel Díaz Ayuso y el presidente, Pablo Casado. Todos coincidieron en que el partido ha salido más fuerte del 'test de estrés' al que ha sido sometido en pocos días. En su intervención, Casado defendió que después del fracaso de Pedro Sánchez al intentar acabar con la «única alternativa política» a su Gobierno, los populares salen reforzados. El gran derrotado, advirtió, es el presidente del Gobierno, a quien responsabilizó directamente de tratar de desestabilizar las instituciones, con el propósito de atrincherarse en el poder. Y todo eso en plena pandemia. El líder del PP mostró optimismo por todos los costados, con un panorama para su partido que nada tiene que ver con el de un mes antes, cuando tuvo que anunciar el cambio de sede para tratar de zanjar el acoso por los casos de corrupción del pasado, que volvieron a asfixiar al partido en una campaña electoral. Ayer pasó de puntillas por el asunto de la mudanza. «Hoy no toca», advirtieron en Génova. Casado explicó a los suyos que lo que sí tocaba era volcarse en las elecciones de Madrid, todos juntos, y ya se hablaría del cambio de sede después del 4 de mayo. Casado sentó a su lado a Ayuso, invitada especial en esta Junta Directiva, a la que solo acudieron de forma presencial los miembros del Comité de Dirección. La presidenta autonómica madrileña pidió ayuda a todo el partido para abarcar por completo el territorio madrileño. Cada voto cuenta y el PP sabe que si resbala en Madrid el golpe político sería durísimo, quizás irrecuperable para el proyecto de Casado. Ayuso señaló el objetivo en la campaña: pedir la unidad de los votantes en torno al PP. Fuentes populares creen que el partido afronta la campaña en buena posición, en torno a un 40 por ciento de votos, pero admiten que necesitarán a Vox para asegurarse la investidura. La mayoría absoluta, que sitúan alrededor del 47 por ciento, la ven ahora mismo como una utopía. Pese a la probable dependencia de Vox, en el PP insisten en que su intención es gobernar en solitario. Jóvenes de centro-derecha La movilización será una de las claves de la campaña. Precisamente, para atraer el voto joven de todo el centro-derecha, el PP ha convocado el congreso de Nuevas Generaciones para los días 17 y 18 de abril, en Madrid, con Bea Fanjul como futura presidenta. Sin mencionar a Vox ni a Ciudadanos, Casado insistió en su deseo de reunificar el centro-derecha por la base, por los votantes, y defendió el valor del bipartidismo: «El multipartidismo ha sido una de las peores noticias que ha sufrido España en la última década». El líder del PP volvió a pedir tiempo para su proyecto, del que subrayó que es de «largo recorrido». Por eso instó a los populares a no preocuparse por los altibajos que pueden producirse. Las velas, aseguró, están bien desplegadas con un rumbo fijo, que no tiene ninguna intención de modificar. «Sabemos lo que hacemos», afirmó Casado, quien defendió que el plan del PP estaba preparado desde el congreso en el que fue elegido presidente: primero tocaba la consolidación del partido, después la renovación territorial, y a continuación, la consolidación de la alternativa a Sánchez. «No hay Gobierno sin partido», avisó el secretario general. «Necesitamos un partido fuerte en la base», sentenció, en pleno proceso de renovación provincial. El PP quiere aprovechar la convención política de otoño para lograr esa consolidación como alternativa. Casado quiso contestar a los que han puesto en duda el proyecto del PP: «Me da la risa». «El proyecto del PP es el que ha tenido siempre», remató.
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