
Diez kilómetros al noreste del Stade de France, el estadio en el que la selección gala se proclamó campeona del mundo en 1998, se ubica Bondy, una pequeña localidad de 105.000 habitantes con un preocupante historial de delincuencia y disturbios sociales. Ahí se crió Kylian Adesanmi Lottin Mbappé, el futbolista señalado para marcar el paso durante esta década recién iniciada. Un talento con la velocidad y la finta de Ronaldo, la potencia de Cristiano, y el liderazgo y carisma de ambos. Su amor por el fútbol se lo inculcaron su padre Wilfried, camerunés de raíces nigerianas, y su madre Fayza, argelina: «Estaba loco por jugar las 24 horas del día y hoy sigue siendo así. Es capaz de verse hasta...
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