jueves, 4 de marzo de 2021

Estrenar un hijo

Tengo esa edad en que se han empezado a casar mis amigos y yo puedo ver mi boda muy cerca o muy lejos, esa distancia que ahora mismo es exactamente igual. Tengo los años en que a uno le siguen diciendo que es muy joven, pero con menos entusiasmo que antes, porque en eso, supongo, consiste madurar. Y tengo la edad en que mi amiga Violeta acaba de tener un hijo y ya no sé que hacer con mi edad. Me miro y me miro en mis amigos y no puedo comparar porque cada uno está en sus cosas. Tengo amigos que tienen pendiente echarse novia desde hace más de un año, que es de esas tareas que vas dejando en la vida y en pandemia sobre todo te acuerdas menos, porque uno tiene novia para hacer casi todas esas cosas que ahora nos tienen prohibidas. También tengo amigos en paro, que tenían trabajo y lo han perdido y van al SEPE a preguntar qué hay de lo suyo. Luego están los que tienen pendiente independizarse y otros que llevan a la espera de poder volver a casa desde hace meses. Unos que opositan, otros que trabajan, otros que se casan y otros que simplemente están desaparecidos y en ellos me miro, pero es imposible comparar si mi vida va bien o la he echado a perder ya a mi edad. Una edad que según Nieto es insultante, pero que sé bien que cada vez insulta menos. Cuento un puñado de amigos, pero de entre todos ellos admiro a Violeta, porque es madre. A la puerta de casa han colgado un cartel pidiendo comprensión a los vecinos. La nota venía a decir -y claro que no cito literalmente porque a mis años también tengo mala cabeza-: perdonen los llantos a deshora, pero estamos estrenando hijo. Me fascinan Violeta y Alejandro, que han sido padres. Ellos, que han querido ponerle más incertidumbre a sus vidas, más desvelos. Porque un hijo -Fabio-, que es una criatura frágil como un cristal, es todo incertidumbre: si respira, si le duele algo, si tendrá hambre, si tendrá grandes amigos como estos de los que yo escribo, si será notario… O si, cuando tenga la edad que yo tengo, se hará estas mismas preguntas. Tal vez Violeta y Alejandro sean los que mejor han entendido la vida y esta pandemia y un hijo sea la única incertidumbre que merece la pena.

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