
Después de su extraña pirueta –abandonar el Gobierno para convertirse en candidato electoral a la Asamblea de Madrid–, Iglesias ha merecido distintos adjetivos en los medios de comunicación. Buenos y malos. Miedoso, perezoso, caprichoso, genial, heróico, salvador. Hay quien piensa que busca nuevas aventuras, harto de vivaquear en una jaula de oro, y quien admira su valor por acudir al frente de batalla. Si de lo que se trata es de subastar los adjetivos que mejor califican su conducta política y personal, yo apuesto por dos que están en desuso: matachín y matasiete. Ambos suenan parecido a otro más popular que le encaja como anillo al dedo: matón. Lo que ocurre es que matón suena más serio y se utiliza...
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