
Lo castizo tiene algo de atractivo. Es por eso que el Getafe de José Bordalás, ‘Pepe’ para sus conocidos, fue todo un acontecimiento hace dos temporadas. Un equipo cimentado a base de testosterona que jugaba al fútbol como si los revolucionarios de este deporte no hubiesen tomado aún tierra. Una versión primaria del juego, pero tan efectiva como cualquier otra, pues su Getafe ganaba y eso es lo que da validez a las ideas. Tras la sorpresa han llegado las sombras. Los madrileños, que ya dieron muestras de agotamiento tras el parón del pasado año por el coronavirus, se han ido deshinchando también en esta Liga. Son decimoquintos, a cinco puntos del descenso, después de sumar una victoria en los...
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