El ministro Ábalos se reúne con la vicepresidenta de un tirano que tiene prohibido el acceso a la zona Schengen. Lo hace con nocturnidad y liturgia sigilosa porque se sabe en pecado. Cuando lo pillan, niega. La mentira se hace insostenible y tiene que cambiar cuatro veces de versión en 24 horas. Juega con las palabras para tomarnos por tontos. Más de una hora en la cabina de un avión con Delcy Rodríguez, la mano derecha de Maduro, no es una «reunión». Tampoco es una «conversación». ¿Entonces, qué es? Cuando se le preguntan, Ábalos estalla: «Nadie me pregunta por la subidas del SMI o de los sueldos de los funcionarios. Solo quieren saber si me reúno con uno de Venezuela... Ver MásDe España https://ift.tt/37sWq9g






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