Lamentable megafonía en el Camp Nou, de club de tercera de regional, una metáfora de las habilidades sociales -e intelectuales- del presidente del club. Primer partido nocturno con mi hija en el estadio. El energúmeno que se sienta a nuestro lado grita e insulta de tal modo a los jugadores del Atlético que siento vergüenza de ser del Barça por el horror de compartir algo con él. Verte en el espejo de la vulgaridad extrema de los demás no es una experiencia agradable. La niña asiste con estupor al espectáculo de la diversidad humana. Ninguno de los dos equipos fue capaz de hacer nada concreto hasta el minuto 14, cuando Alba remató al palo derecho de Oblak una asistencia de Messi. Insólita concesión de la defensa colchonera, que le permitió hacer al Barça su jugada preferida. Por lo demás, igualdad en la tensión defensiva de los dos equipos, igualdad en los ataques fallidos, igualdad incluso en los pequeños errores que permitían las pequeñas acciones del rival. Lo más noticiable fue que sobre el minuto 20 el Atlético ganaba al Barcelona en el porcentaje de posesión (53%). Era seguramente la primera vez que esto sucedía. Valentía de Simeome, paso adelante para acreditar su ambición de ganar la Liga. El Barcelona se defendía sin sufrir demasiado y el intercambio de roles entre lo que tradicionalmente han representado los dos equipos resultaba tan curioso como poco determinante. Coutinho en el 27 volvió a subirse a su cruz y falló lo que sólo él puede llegar a fallar. Aunque por increíble, injustificable e irresponsable, lo de Diego Costa, que por una falta intrascendente de su equipo, que además lo era, le soltó a Gil Manzano «me cago en tu puta madre», según se le pudieron leer los labios. La roja directa fue inmediata. Eso sí que es fallar, fallar a tus compañeros, fallar a tu entrenador, fallar a tu equipo que aspiraba ayer a retomar el tren de la Liga, y fallarle a tu club porque el Atlético de Madrid no merece un jugador que le desprestigie de este modo. El energúmeno siguió gritando las más soeces expresiones pero en un momento de juego interrupido se me disculpó por decir palabrotas delante de la niña, y estuvo tan simpático diciéndolo que me desarmó su ternura. También así nos sorprende la vida. Sin Costa el Atlético renunció a tomar la iniciativa y se encerró a la espera de poder administrar el ataque posicional del Barça. Volvieron las clásicas pérdidas de tiempo, clásicas y fraudulentas, de cuando Simeone no sabe qué más hacer. Por suerte las patadas no volvieron. El Barça no podía con el muro. El Atlético, que en 7 de los 11 últimos partidos que había disputado en el Camp Nou había acabado en inferioridad numérica, demostró estar acostumbrado a resistir y resistió hasta que Gil Manzano decretó el descanso. En los bares del Camp Nou, con el cobro vía datáfono, se podía constatar que el tan prometido wifi es otro fraude de la directiva más humillante e incapaz de la historia del Fútbol Club Barcelona. 92.453 espectadores asistierom junto a María ayer al estadio. El Simeone más valiente que jamás vimos en Barcelona, dio entrada en el 57 a Morata y sacrificó a Filipe Luis. Messi en el 60 lo hizo todo hermosísimo menos chutar y Suárez en el 61 volvió a sus fantasmas y falló solo ante Oblak, que cerró muy bien el espacio. Valverde en el 62 sustituyó a Arthur por Malcolm. Si Simeone había tomado sus riesgos, Valverde también los tomaba. Sin solución de continuidad Oblak, otra vez soberbio, paró un buen disparo de Messi. Pérdidas de tiempo de equipo menor del Atlético. El recital de Oblak parecía infinito y paró un remate de Messi y otro de Malcolm. Qué portero tan extraordinario. Por mucho que el Barça lo intentaba, el muro visitante resultaba impenetrable. Aleñá fue el último recurso de Valverde para ir a por el partido pero fue Suárez con una magnífica rosca quien abrió el cielo de la noche sobre el Camp Nou para que luego Messi cerrara la Liga 2018-2019. Con el energúmeno de las palabrotas nos fundimos en un eufórico abrazo.De Deportes http://bit.ly/2Vt3LPY
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