Después del batacazo

En la debacle del Partido Popular confluyen: la dejación y confusión de la anterior dirección, la de Rajoy; la campaña errática del actual equipo; el clamoroso silencio de muchos barones regionales (cada lector rellene casillas); y el resultado de Vox, solo traducido en la mitad de escaños previstos por ellos, pero que ha hundido al PP. Sería el momento de las responsabilidades, pero las regionales y municipales apremian y no es tiempo ni para ajuste de cuentas, ni para que la corriente sorayista tome cuerpo. Caben, por el contrario, algunas preguntas para el 26.M, ¿la lista de Pilar del Olmo cuenta con opciones para gobernar Valladolid? Por suerte la recta final de la campaña ha hurtado el esperpéntico cierre de lista con el baile de Carnero y la anecdótica enmienda por la no paridad, demasiadas mujeres. Sin embargo, la resolución deja en buen lugar a del Olmo y De Santiago-Juarez: ha imperado la magnanimidad y lo esgrimirán. Cuentan además con dos factores a su favor: el efecto corrección de las elecciones del domingo, especialmente de los votantes de Vox; y la configuración de la candidatura: personas conocidas, con prestigio por su larga gestión en la Junta, experiencia en estas lides, conocedores de la ciudad y distanciados tanto del PP de Casado como del de Mañueco. Por otra parte, tienen dos voces: la técnica y gestora (Olmo), la política y dialéctica (De Santiago-Juarez), en contra del solitario Puente, desasistido de la muleta de Saravia, ahora competidor y con malos números de partida. La gestión del socialista, más de humo, ruido y exabruptos, que de nueces, solo Urbanismo de los socios, es fácil de rebatir por los populares; además el candidato puede caer en la compulsión twittera, que no produce réditos electorales. Olmo tiene mucho trabajo para poner de los nervios a Puente, pero importa que no confunda al enemigo (Cs por Vox), se ocupe de los barrios, transmita el programa y levante el ánimo de sus votantes.

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