
Era el día señalado para que Serena Williams se refrendara como número uno indiscutible de la historia del tenis. La final femenina del US Open debía haber entregado a la estadounidense su 24º torneo de Grand Slam, con lo que empataría a Margaret Court. La noche, sin embargo, despidió a Williams como una tenista dominada por la soberbia, antideportiva y con un pésimo perder. Y, sobre todo, arruinó el alumbramiento de una nueva estrella, que apunta a lucero del tenis mundial: Naomi Osaka. Con 20 años, es la primera japonesa en conquistar un Grand Slam, después de una final en la que fue muy superior a Williams, dentro y fuera de la pista (6-2, 6-4). Williams se vio desarbolada por el juego agresivo de Osaka, que salió a por todas desde el principio, como ha jugado en todo el torneo, en el que solo había perdido 28 juegos hasta la final, el mejor registro desde la victoria de su rival ayer en 2014. La japonesa tiene un saque demoledor, con el que de forma habitual poner la bola por encima de los 180 kilómetros por hora. Además, pegaba bolas profundas, arrimadas a la línea y no dejaba que Williams encontrar respiro. La gran dominadora del tenis femenino, en el que iba a ser su retorno triunfal a la conquista de un ‘grande’ tras ser madre el año pasado, empezó a desesperarse. Perdió su saque con una doble falta y, a partir de ahí, el partido fue para ello cuesta abajo. Ramos le sancionó con un 'warning' por supuestamente haber recibido un consejo de su entrenador Patrick Mouratoglou, que estaba sentado en el box de la estadounidense. Esa acción podría ser considera coaching y conlleva sanción. La perdida del punto, hizo que Serena estallase contra el juez: «Me levantó el pulgar y me dijo: ¡Vamos!. Yo no hago trampas para ganar. Preferiría perder. Sólo te lo digo. Me has robado, me debes una disculpa nunca hice trampas en mi vida, tengo una hija y sólo hago lo que es correcto. Eres un ladrón y un mentiroso. Me debes una disculpa». Williams trató de recuperarse en el segundo set, con una rotura temprana al saque de Osaka. Pero la japonesa parecía que llevaba toda la vida jugando finales, y le devolvió la misma moneda en el siguiente juego. Ahí empezaron los problemas y una espiral de mal comportamiento de Williams que se cargó la final. El juez de silla le impuso un ‘warning’ por una instrucción del entrenador de Williams a su jugadora, algo prohibido. Cuando la estadounidense se enteró del asunto, le echó una bronca monumental al juez, señalándole con el índice, gritando, con el público abucheando a su favor. Volvió a tirar otro saque y, desesperada, rompió su raqueta. Aquí cayó otro ‘warning’, lo que supone perder un punto. Williams perdió la cabeza, se pegó un descanso entre juegos gritando a la silla, le llamó «ladrón», «mentiroso» y le recriminó que ella no hacía «trampas». Esto provocó un tercer ‘warning’ y, con ello, la pérdida de un juego entero. Exigió que saliera la dirección del torneo, lo que provocó un estruendo del público, a favor de la tenista local. Les dijo que hacían esto contra ella «porque es mujer» y sería distinto en caso de un hombre. Osaka tuvo la suficiente fuerza para aguantar la presión, abroncada por el público, en su estreno en los grandes escenarios del tenis. Cuando recogió su trofeo, merecido en lo deportivo y en lo extra deportivo, apenas pudo sonreír.
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