En su tercera semana consecutiva a la defensiva, con la credibilidad del presidente cuestionada por el caso del plagio de su tesis -revelado por ABC-, con la ministra de Justicia y el de Ciencia en entredicho y tras varios días sin un mensaje claro y contundente, el Gobierno pasa al ataque. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, utilizó ayer la rueda de prensa del Consejo de ministros para atacar con dureza a sus rivales políticos: «La oposición está demostrando que no sabe asumir la pérdida del poder», reprochó Celaá. La ministra comenzó con ese mensaje tan contundente su comparecencia, sin esperar al turno de preguntas y antes de tratar los acuerdos del consejo de ministros. En este nuevo tono discursivo la portavoz quiso enmarcar las palabras del jueves de la vicepresidenta Calvo, en las que abogaba por una regulación de la libertad de expresión. Primero señaló que «es obvio que este Gobierno defiende la libertad de expresión y prensa», pero a la vez pidió «una reflexión» sobre el fenómeno de las «fake news». «Estamos de acuerdo en que, efectivamente, algo habremos de hacer, al menos iniciar una reflexión en torno a lo que significa la posverdad, que se ha instalado en Estados Unidos y en otros países, y que no es precisamente deseable», dijo Celaá. ¿Qué es «fake news»? La clave está en qué entiende el Gobierno por «fake news» ya que plantea este caso en un momento de extrema debilidad, y tras calificar como tal las informaciones sobre la tesis del presidente, que han quedado perfectamente contrastadas y que el Gobierno no ha podido rebatir. Es cuando la prensa está rebatiendo la ejemplaridad de algunos miembros del Ejecutivo cuando La Moncloa ha abierto este debate. Celaá acusó directamente al PP «en connivencia con la nueva derecha de Ciudadanos» de promover una «campaña de acoso al Gobierno incomparable en democracia» y lo definió como una «cacería». La portavoz defendió a los dos ministros cuestionados y respaldó las palabras de la vicepresidente del Gobierno, Carmen Calvo, sobre la regulación de la libertad de expresión. La ministra portavoz cuestionó, por ejemplo, la utilización de la Mesa del Congreso «de manera partidista» para «boicotear la gobernabilidad» e «impedir que continuemos con la agenda del cambio». Así ha empezado Celaá una comparecencia en la que ha dicho que los ataques al Gobierno producen «bochorno democrático». A este respecto, el Ejecutivo se resigna ya a presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado con la anterior senda de reducción del déficit. Algo con lo que ya contaban en el ministerio de Hacienda, que ya trabaja en un «ajuste fiscal» que compense los 1.200 millones menos de margen con los que contará el Estado. Celaá desplegó la estrategia del Gobierno que ha ido cocinándose durante esta semana en la que muchos miembros del Gobierno veían a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, más fuera que dentro del Gobierno. Desde el ecuador de la semana en las filas socialistas se cambió de táctica para poner el foco en el «chantaje» del ex comisario Villarejo y arropar a Delgado. El Gobierno asume ese papel, pero al igual que el presidente en su comparecencia del miércoles en Nueva York no hay voluntad de entrar al fondo del caso: las graves revelaciones que la entonces fiscal y ahora ministra realizaba en las grabaciones o su calificativo despectivo del juez entonces Grande-Marlaska. Hubo defensa por parte de Celaá, pero no fue más allá de las consignas y trató de escabullirse. «La señora Delgado ha dado las explicaciones pertinentes y más va a dar», remitiendo a su próxima comparecencia en el Congreso de los Diputados, prevista para el 10 de octubre. Celaá aseguró que Delgado tiene la «confianza plena de este Gobierno y la confianza plena del presidente» y que «va a seguir trabajando en Justicia». Pero sin embargo no quiso responder a más preguntas al respecto, como cuando se le preguntó por los múltiples cambios de versión de la ministra y el hecho de que pudiese conocer las actividades del comisario Villarejo: «Ya le he contestado», respondió remitiéndose a su primera respuesta. La portavoz del Gobierno sí fue más extensa con Pedro Duque, aunque de nuevo quedándose en la superficie. En primer término se remitió a las declaraciones que hizo el ministro «ayer y hoy» (jueves y viernes) y puso en valor que es un «excelente ministro y un hombre respetado» con «una altísima cualificación laboral». Mutis en el caso Duque Pero cuando se le interpeló por el caso en sí, apuntando a que Duque ha cambiado de versión, Celaá se negó a contestar con detalle, haciendo gala de la nueva estrategia: resistir y presentarse como víctima. «El Gobierno es un equipo de granito, además perfectamente engrasado» y que resuelve «los problemas diarios en confianza» y pensando en que la ciudadanía «está valorando el trabajo».
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