
El color verdiblanco tomó Sevilla. El respectacular recibimiento que le brindaron los sevillanos a su equipo era el presagio de un ambiente único, pues el Benito Villamarín, con récord histórico de asistencia, acogía el último partido de sus hombres antes de la final soñada del 25 de mayo. En un equipo con un ADN tan reconocible como es el del Betis de Quique Setién, no cabía otro guión que no llevase escrito la palabra posesión. La primera parte estuvo marcada por un control verdiblanco total del cuero, pero que no conseguía inquietar a la zaga contraria. Los valencianistas sabían lo que les esperaba en tierras andaluzas. Marcelino alineó a sus hombres más rápidos en los costados, Cheryshev y Soler, consciente de que en los contragolpes y en la diestra prodigiosa de Parejo podía estar la clave del encuentro y de la eliminatoria. Aunque la noche no empezó de la mejor manera, debido a la lesión de Bartra a los diez minutos del comienzo, el conjunto bético movía el balón de lado a lado buscando huecos en la férrea defensa blanquinegra. Ante la ardua tarea de adentrarse en el área, fue Canales el primero que probó suerte desde lejos, sin poner en apuros la meta defendida por Domínguez. Fue el propio Canales, que vive su mejor momento como futbolista, el que tomó el mando y comandó a los suyos con buenas internadas desde el costado diestro. Y de sus botas nació el tanto tras una jugada ensayada, muy propia de la pizarra de Setién, que se encargó de rematar Loren, la perla que está llamada a suceder a quien ayer terminó por coronarse. Por mucho que pasen los años, será imposible borrar del beticismo el gol que anotó ayer Joaquín, el futbolista que hace sonreír a todo un país. Un tanto olímpico que ni él mismo parecía creerse y que acerca al equipo de su vida a una final soñada. No obstante, la fiesta verdiblanca quedó empañada por el tanto de Cheryshev en el minuto 69. Los blanquinegros siguieron intentándolo, y su acoso dio sus frutos. Con un equipo visitante totalmente volcado, el Betis parecía todavía anodadado por el gol de Joaquín. La Copa no perdona la tranquilidad. Gameiro, que salió para los últimos finales, marcó un tanto que hizo justicia al sacrificio valenciano.
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