Desde que ayer miércoles Juan Guaidó se proclamase «presidente encargado» de Venezuela, las protestas y movilizaciones contra Maduro no han dejado de sucederse. El país se encuentra en un momento crucial ante el apoyo del presidente interino designado por el Parlamento venezolano. Sencillo, disciplinado, pragmático y poco dado a la retórica, Juan Guaidó es, a sus 35 años, la esperanza de millones de venezolanos. Nacido en el estado Vargas, está casado con la comunicadora social Fabiana Rosales -que de niña fue monaguilla en Mérida, en los Andes, donde solicitó la bendición de su párroco Luis Enrique Rojas Ruiz, convertido ahora en obispo auxiliar, para su noviazgo y posterior boda-, con la que lleva nueve años y tiene una bebé de nombre Miranda, y a la que los medios venezolanos ya han bautizado como «la primera dama más bella» de su historia. Galería de imágenes Vea la galería completa (19 imágenes) Con tan solo 26 años, Fabiana Rosales se ha convertido en el mejor apoyo de su marido con la ayuda de las redes sociales, desde donde insta a los ciudadanos a seguir los pasos del padre de su hija. Nacida en el estado de Mérida, estudió periodismo y comunicación social en la Universidad Rafael Belloso Chacín de Maracaibo. Tras sacarse la titulación se trasladó a Caracas donde comenzó hace nueve años su carrera política dentro del partido Voluntad Popular, en el que también milita su marido. Ha trabajado en la Asamblea Nacional, como reportera en Globovisión y en numerosas acciones en apoyo a los derechos humanos. Fabiana ha transformado sus redes sociales en la mejor plataforma de apoyo público a su marido. «Yo soy la esposa de Juan Guaidó, un líder civil. Y no podría pretender ponerme en tu lugar», con estas palabras comenzaba un vídeo dirigido a las familiares de los militares en la que Fabiana animaba a seguir apoyando a su marido. «Solo tú conoces los sacrificios detrás de tantos factores que hay para un ascenso, la designación de un puesto o de alguna misión», confesó. Durante el video, la periodista explica su papel como madre y esposa, intentando compararse con el resto de las mujeres, hermanas e hijas de los militares: «Al igual que en tu vida, en la mía hay un hombre que decidió hacer lo que considera correcto, a pesar de los riesgos y peligros que esa decisión involucra. Tú has sido testigo de cómo su vida, la tuya y la de tu familia se ha visto condicionada en los últimos años», y cuestionó el desprestigio al que estaban sometidos todos los militares: «¿Te parece justo que un gobierno haya ensuciado la reputación y el prestigio del uniforme al punto de que ya no lo quieran usar en público?».De Estilo http://bit.ly/2SaZUcc
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