Su compromiso por la política le acabó llevando a los lugares más atroces que ha conocido la humanidad, pero fue un deporte lo que consiguió mantenerle con vida y el que dio a conocer la historia de un hombre que pudo marcar una época en los terrenos de juego. Saturnino Navazo (Burgos, 1914) fue uno de esos jugadores que se buscó la vida trasladándose a Madrid para jugar al fútbol. En la capital, comenzó a hacerse un nombre en el Deportivo Nacional, club con el que destacó como delantero, llegando a ser uno de los máximos artilleros de Tercera y Segunda división. Su enorme calidad y su inagotable olfato goleador llamó la atención de los directivos del Real Betis, quienes se lanzaron a por su fichaje en 1936, con el inconveniente de que en ese año se desató la Guerra Civil española. El delantero era un reconocido defensor de la bando republicano, en el que combatió en varios frentes del territorio nacional. Con el fin de la guerra en 1939 y como hicieron varios miembros del lado derrotado, Navazo huyó a Francia, concretamente a Tolouse. Allí, se asienta y anhela poder volver algún día a su hogar. No obstante, con la invasión nazi al país galo, el futbolista fue detenido y enviado a uno de los campos de concentración más crueles que crearon los alemanes, el de Mauthausen-Gusen, en Austria. Fútbol en el campo de concentración Lejos de resignarse a vivir toda la vida encerrado e incluso morir, el ariete encontró en su mayor pasión la mejor forma para sobrevivir a tan cruento lugar. Los militares nazis que custodiaban el campo de concentración eran apasionados del fútbol y conocían las cualidades deportivas del burgalés. Tanto era así que los alemanes decidieron ponerle a su cargo a otros 200 presos españoles para que organizase partidos con los que amenizar los largos días. El deporte le mantuvo con vida. Su suplicio concluyó cinco años más tarde, cuando en 1945 las tropas estadounidenses lo liberan. Navazo no regresó a España. Se instaló en Revel, una pequeña localidad francesa a los pies del Pirineo francés y donde murió un 27 de noviembre a los 72 años. Saturnino Navazo, el hombre que sobrevivió a la barbarie nazi gracias al fútbol.
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