miércoles, 14 de noviembre de 2018

El hijo de Christopher Reeve relata el calvario que sufrió su padre tras el accidente a caballo

Si algo ha caracterizado al actor Christopher Reeve fue por sus ganas de seguir luchando. A los 42 años, el mejor Superman de la historia se quedó tetrapléjico después de tener un accidente a lomos de un caballo. Nunca se rindió. Los últimos avances en esta materia que han permitido a Jered Chinnock dar sus primeros pasos con ayuda de un andador, hubieran sido esperanzadores para el afamado intérprete, fallecido en 2004, como así ha declarado su hijo, Matthew Reeve. «Por aquel entonces, no se pensaba que una cura para la lesión de la columna vertebral fuera una posibilidad, pero mi padre tenía una gran esperanza y trabajó incansablemente para recaudar fondos para la investigación», dice en el Correo de Estocolmo, lugar en el que reside con su familia. Y añade: «Tenía la creencia y lo intentó». Se creó una fundación en su nombre para financiar investigaciones para curar lesiones de la médula y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para su hijo, un guionista que trabaja a tiempo parcial en la fundación, son grandes noticias. «Es difícil para mí no sentirme emocionado cuando veo o escucho acerca de pacientes que se levantan de sus sillas de ruedas y toman medidas. Uno de los primeros en recibir estimulación epidural se levantó para casarse», explicaba. Cree que es cuestión de tiempo que haya cura y que las personas afectadas puedan volver a caminar. Aunque en el caso de su padre, sufría una lesión de las más graves, pues afectaba a las dos vértebras más altas en el cuello. «Tenía que estar conectado a un ventilador y necesitaba atención las 24 horas», dice. La medicación que tuvo que tomar no ayudó mucho en los primeros años. Le dieron varios ataques de disreflexia autonómica (crisis de sudoración, taquicardia e hipertensión) y shocks anafilácticos, lo que le llevó a sufrir depresión. «Mi padre tuvo un breve momento de depresión al principio, porque era un hombre muy activo. Sin embargo, optó por aceptar lo que había sucedido, enfrentarse a todo y ayudar con las investigaciones contra la parálisis, ya que era un personaje público y podía dar voz», explica su hijo. Y finalizaba Reeve: «Quería seguir allí como esposo y padre. Mi hermano menor, Will, tenía tres años en el momento del accidente y papá le enseñó a andar en bicicleta con solo darle instrucciones».

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